Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 25 de mayo de 2025


Y, por último, ¿no vas por tierra, sin que choque, con Leto y con don Claudio? Pues vas embarcada con Leto y Cornias; y pata. La cuenta no fallaba así; y ateniéndose a ella, fue Nieves en el balandro más de una vez sin que la acompañara su padre.

Cornias no se ha andado en chiquitas: todos los trapitos ha echado al sol... ¡Qué hermoso día de mar! Oiga usted, Leto le dijo Nieves muy en reserva y después de notar con el rabillo del ojo que no la oían los que venían detrás : cuando estemos en el balandro y le hayamos visto, proponga usted a mi padre que demos un paseo por la bahía. Ya estaba yo en eso respondió Leto muy ufano.

Todas estas cosas y la cara de susto que notaron en la señorita, en la gitana y en Cornias, y de veneno en el hijo de don Adrián, tan alegrote de suyo, pusieron la curiosidad de los pescadores en una tirantez insoportable. Por lo cual, en cuanto se perdió Leto de vista, ya estaban ellos al costado del balandro acosando a Cornias con preguntas.

Tenía razón Leto al decir a Nieves que no le pidiera cortesías en cuanto empezara el barco a navegar: diez minutos después de decirlo, ya no estaba en casa; ya estaba fuera de mismo, de su naturaleza carnal y propia; ya era como el espíritu, el alma del barco que regía; el ser activo e inteligente se había infundido en la armazón y las lonas del yacht; no pensaba ni observaba ni sentía Leto Pérez como hombre, sino como barco; venía a ser a modo de yacht inteligente, o un ser racional con formas de balandro: lo que se quiera.

Por este lado, me alegro del antojo. Pero adquiero un compromiso que me ata; y no siempre está uno de igual humor... y luego, con este condenado genio mío que no se puede amoldar a ciertos perfiles... Y no es porque no se me ocurran las cosas, ¡quiá!... a se me ocurre todo, y hoy se ha visto: yo la he dado el brazo, y la mano; pero no está en eso la gracia, ¡qué carape! sino en hacerlo como es debido, y no como yo lo hago... con esta maldita desconfianza... Lo mismo que lo del clavel, que fue una burrada por más que se diga: pues si yo tengo un poco de serenidad y el desparpajo que otros tienen, no le tiro, ¡qué había de tirar?... En el balandro, menos mal, porque en cuanto cojo la caña, ya estoy borracho y no conozco a nadie; pero para llegar a ese punto hay que pasar por otros... Vamos, que, por este lado, no me hace maldita la gracia el antojo ese: palabra de honor... Y no pinta mal, ¡vaya!... bastante mejor de lo que ella cree... Digo, se me figura a ... Porque tiene un aplomo para afirmar y una fuerza de convicción, que se imponen... Luego, no habla al aire y por hablar; y en pintura entiende. ¡Carape si entiende!

Hay, por ejemplo, quien conoce este paisaje senda a senda y palmo a palmo, y tiene, como yo, el vicio de andar por él; hay quien pinta y dibuja admirablemente; hay un barquito de paseo, un balandro... un yacht primoroso que está a mi disposición, y quien le gobierna con una destreza y una serenidad, que te pasmarían... hasta hay, por haber de todo, quien oiga con corazón de artista algo de lo que yo toco al piano, y aun cante, con hermosa voz, parte de ello, acompañado por .

Dio entonces por más que suficiente la distancia recorrida; y con gran sentimiento de Nieves, que tenía los cinco sentidos puestos en los lances del paseo mar afuera, viró el balandro y se puso en rumbo al muelle. De esta manera iba empopado y sin las contrariedades que tanto molestaban a don Alejandro.

Esa es la verdad añadió Leto saltando del balandro a la escalera para dar la mano a Nieves, porque habiendo bajado bastante la marea, eran muchos y estaban muy resbaladizos los escalones descubiertos.

Idéntica explicación había hecho a don Adrián, por encargo de Leto, al pedirle ropa con que mudarse éste; pero don Adrián lo creyó a puño cerrado desde luego, y no pasó más allá de lamentar el caso, dar a Cornias el equipo que le pedía, y rogar a Dios en sus adentros que no ocurrieran cosas semejantes cuando fuera en el balandro la señorita de Peleches, de la cual nada había dicho el mensajero de Leto al boticario; mientras que los pescadores, con más datos a la vista y mayor experiencia que don Adrián en achaques de aquel género, y maliciosos de suyo, se forjaron el lance a su capricho; y dándole por cierto, le narraban diez minutos después, con minuciosos detalles, en la taberna de Chispas, delante de varias personas, entre ellas la criada de don Eusebio Codillo que iba en busca de la media azumbre diaria de clarete que se bebía en la casa entre los seis de familia.

Se podía navegar en su balandro con la misma confianza que en un navío de tres puentes. Se convencerían de ello en cuanto le vieran, como habían de verle muy pronto.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando