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Actualizado: 21 de julio de 2025


Y de beber clarete y borgoña, y del mucho comer, se mueren, colorados y gordos, los que se dejan halar en la djirincka, echándose aire con el abanico; los militares ingleses, los empleados franceses, los comerciantes chinos.

En medio del patio, en lo descubierto, en frente de esto, habia un grande aparador de plata, con muy ricos vasos de todas maneras para el servicio de la mesa del rey. Delante de este aparador se hizo un surtidor muy lindo con tres caños, que echaban de , el uno vino blanco, el otro clarete y el otro agua.

Idéntica explicación había hecho a don Adrián, por encargo de Leto, al pedirle ropa con que mudarse éste; pero don Adrián lo creyó a puño cerrado desde luego, y no pasó más allá de lamentar el caso, dar a Cornias el equipo que le pedía, y rogar a Dios en sus adentros que no ocurrieran cosas semejantes cuando fuera en el balandro la señorita de Peleches, de la cual nada había dicho el mensajero de Leto al boticario; mientras que los pescadores, con más datos a la vista y mayor experiencia que don Adrián en achaques de aquel género, y maliciosos de suyo, se forjaron el lance a su capricho; y dándole por cierto, le narraban diez minutos después, con minuciosos detalles, en la taberna de Chispas, delante de varias personas, entre ellas la criada de don Eusebio Codillo que iba en busca de la media azumbre diaria de clarete que se bebía en la casa entre los seis de familia.

Luego dicen que Ibrahim Clarete está ido; lo que está es más despabilado que nunca, grandísimos pillos. Ea, conspirad ahora contra la mejor de las Reinas... ¿Con que a la sombra? ¡Hombre más bravo que ese presidente del Consejo...! Le daría yo dos abrazos bien apretados... ¡A Canarias con ellos, como si dijéramos, a Ultramar!

Y sentándose los dos al paso que lo decían, fué todo uno, trayéndoles el Ventero la porción susodicha, con todas sus adherencias y incidencias , y comenzaron a comer en compañía de los estranjeros, que el uno era francés, el otro inglés, el otro italiano y el otro tudesco, que había ya pespuntado la comida más aprisa a brindis de vino blanco y clarete, y tenía a orza la testa , con señales de vómito y tiempo borrascoso, tan zorra de cuatro costados , que pudiera temelle el corral de gallinas del Ventero.

Palabra del Dia

godella

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