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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Sin dar tregua a su intensa aflicción, cortando las palabras con los hondos suspiros y el continuo sollozar, torpe de lengua hasta lo sumo, declaró Almudena lo que sentía, y en verdad que si pudo entender Benina lenguaje tan extraño, no fue por el valor y sentido de los conceptos, sino por la fuerza de la verdad que el marroquí ponía en sus extrañísimas modulaciones, aullidos, desesperados gritos, y sofocados murmullos.
Al paso que vamos, pronto seremos el más grande Hospicio de Europa... He recordado esto, porque mi amigo Mayoral, el cleriguito aficionado a letras orientales, me habló de recoger en nuestro Asilo a la compañera de Almudena. Yo le suplico a usted, mi Sr.
Más señas: pide limosna, y anda por ahí con un ciego africano llamado Almudena. ¡Jesús! exclamó con estupefacción y susto Doña Paca . Eso no, ¡válgame Dios! eso no... Veo que no la conoce usted». Y con una mirada puso por testigo a Frasquito de la veracidad de su denegación.
Dejarla manifestó con benevolencia la Petra , por si tiene que ir a ganarlo; que nosotras ya lo hemos ganado». Interrogadas por Almudena, refirieron que habiendo cogido la Diega unos dineros que le debían dos mozas de la calle de la Chopa, se habían lanzado al comercio, pues una y otra tenían suma disposición y travesura para el compra y vende.
Dicho lo que antecede, se limpió las lágrimas con mano temblorosa, y pensó en tomar las resoluciones de orden práctico que las circunstancias exigían. «Dirnos, dirnos replicó Almudena cogiéndola del brazo. ¿A dónde? dijo Nina con aturdimiento . ¡Ah! lo primero a casa de D. Romualdo». Y al pronunciar este nombre se quedó un instante lela, enteramente idiota. «R'maldo mentira declaró el ciego.
Almudena, ¿tú crees eso? ¿Cómo es posible que ese señor, sin más que las cirimonias que has contado, me dé a mí lo que ahora es de Don Carlos Trujillo? Verlo tú, si queriendo. Pero con tanto requesito, si una se descuida un poco, o se equivoca en una sola palabra del rezo mental... Tener tú cuidado mocha. ¿Y la oración? Mi enseñarla ti; dicir tú: Semá Israel Adonai Elohino Adonai Ishat...
¿Y quién dice que no suceda, que no tengamos esa ocurrencia? respondió Benina, en cuya mente surgió de improviso, con poderoso relieve y extraordinaria plasticidad, el conjuro que Almudena le había enseñado, para pedir y obtener todos los bienes de la tierra.
Dar yo ti... vida... Perdoñar mí... Yorar yo meses mochas, si tú no perdoñando mí... Estar loco... yo quierer ti... Si tú no quierer mí, Almudena matar si él sigo. Bueno va. Pero tú has tomado algún maleficio. ¡Vaya, que salir ahora con ese cuento de enamorarte de mí! ¿Pero tú no sabes que soy una vieja, y que si me vieras te caerías para atrás del miedo que te daba?
Suspiraron ambos, y silenciosos subieron toda la calle de Toledo. Como Benina le ofreciese un duro para la mudanza, Almudena expresó un desinterés sublime: «No querier mí diniero... Diniero cosa puerca... asco diniero... Mí quierer amri... muquier mía migo.
A la misma época pertenecen sus novelas en prosa, excelentes en parte; un poema histórico acerca de la milagrosa imagen de La Virgen de la Almudena; otro mitológico, titulado Proserpina, que, al parecer, se ha perdido; otro denominado Orpheo, impreso con el nombre de Montalván, pero que es de Lope, segun el dictamen de D. Nicolás Antonio, habiéndolo cedido á su amigo para aumentar su fama; la poesía La mañana de San Juan y La Rosa Blanca, y, por último, innumerables composiciones ligeras sobre asuntos religiosos y profanos; sonetos, romances, epístolas, etc., que, como las del primer período de su vida, no mencionaremos ahora expresamente .
Palabra del Dia
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