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Actualizado: 15 de junio de 2025
No me veía nadie que no decía: «¡Maldito seas, bellaco monjil!», y otras cosas peores. Todo esto me tenía revolviendo pareceres y casi determinado a dejar la monja, aunque perdiese mi sustento. Y determinéme el día de San Juan Evangelista, porque acabé de conocer lo que son las monjas.
La cocinera hizo un gesto afirmativo, y viendo que Marta palidecía y temblaba, le murmuró al oído: No os alarméis, trataré de estar junto a la señorita hasta que se acabe este asunto. Y el intendente, ¿dónde está, Mariana, el intendente? exclamó la viuda. No está en el castillo; creo que ha ido al bosque a hablar con los aserradores.
Yo creo, señores, que entonces pillé para el resto de mis días esta enfermedad del estómago, que terminará conmigo... Acabé por establecerme, y poseo mi depósito en la calle Alsina, ya saben ustedes dónde; uno de los mejores depósitos al por mayor de ropa fina para señoras; y tengo clientes en toda la República y trescientas muchachas trabajando en los talleres.
Mira que Clara no siente hoy la vocación religiosa por causa de su madre. Me importa poco que sea hoy ó ayer cuando su madre le ha dado la ponzoña. El corazón me dice que las rarezas, que los extravíos de Clara provienen del tormento espiritual que le está dando su madre desde que la niña tiene uso de razón. Esto es menester que acabe.
Así, como he contado, me dejó mi pobre tercero amo, do acabé de conocer mi ruin dicha, pues, señalándose todo lo que podría contra mí, hacía mis negocios tan al revés, que los amos, que suelen ser dejados de los mozos, en mí no fuese ansí, mas que mi amo me dejase y huyese de mí. Tratado Cuarto Cómo Lázaro se asentó con un fraile de la Merced, y de lo que le acaeció con él
Será para cuando acabe la guerra, porque ahora no está el horno para bollos dijo Marijuán . Yo también voy a casarme con una muchacha de Almunia, que tiene siete parras, media casa y burro y medio de hijuela. También será cuando acabe la campaña, y a todos les convido a mi boda. ¿Y tú, Gabriel, no piensas casarte?
¡Ah! ¡es verdad! y don Rodrigo es muy valiente y muy diestro... me había olvidado... pero ¡Dios mío! aunque eso sea, de todos modos os pierdo: si le matáis tendréis que huir. No le mataré. ¡Oh! gracias... ¿no iréis, no es verdad? esperaréis á que se acabe la función y os vendréis conmigo... yo haré... yo diré al duque de Lerma que destierren á ese hombre.
Salense todos, y quedan solos MORANDRO y LEONCIO. Leoncio, qué te parece? Tendrán remedio mis males Con estas buenas señales, Que aqui el cielo nos ofrece? Tendrá fin mi desventura Quando se acabe la guerra? Que será quando la tierra Me sirva de sepultura?
Pero aún hoy persiste algo de tan bella ilusión; aún se ven zamacucos de cinco años, con un palo al hombro y una gorra de papel en la cabeza, que quieren ser Prim o ser O'Donnell. ¡Lástima grande que esto se acabe, y que los chicos que juegan al valor no puedan invocar otros nombres que los gárrulos motes de los toreros!
Pero sentiría, si anda en ello la mano de Tirso, que acabe por sorberte el seso y te convierta en una de esas devotas que se comen los santos. Tanto, no; pero un poco de religión, no viene mal. ¿Como de cuando en cuando una purga? Que te oiga tu hermano, y disputa al canto. Tienes razón: más vale que no me oiga, porque acabaríamos riñendo. Mira, hijo, no tengamos algún disgusto por vosotros.
Palabra del Dia
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