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Al mismo tiempo el consejero mental le decía rencorosamente: «¡Se está burlando de ti!... Hora es ya de que esto acabe... Hazla sentir tu autoridad de hombre.» Y esta voz tenía el mismo timbre que la del difunto Tritón. De pronto ocurrió una cosa violenta, brutal, innoble.

La prueba de ello, si no te basta mi palabra, la hallarás en mi testamento, hecho a las puertas de la muerte, cuando el primer ataque de esta perra enfermedad... Te repito que me dejes hablar a solo hasta que se acabe todo lo que quiero decirte.

Lo del millón de hombres ó los dos millones antes que acabe el año, todo bluff decía el coronel . Yo entiendo un poco de eso, y es más fácil construir un rascacielos de cien pisos que trasladar un millón de soldados de un hemisferio á otro.... ¡Y la gran ofensiva que va á empezar!... ¡Y Francia que no puede más, después de cuatro años de heroísmos desangrantes!...

Finalmente, la doncella del aguamanil vino, y acabaron de lavar a don Quijote, y luego la que traía las toallas le limpió y le enjugó muy reposadamente; y, haciéndole todas cuatro a la par una grande y profunda inclinación y reverencia, se querían ir; pero el duque, porque don Quijote no cayese en la burla, llamó a la doncella de la fuente, diciéndole: -Venid y lavadme a , y mirad que no se os acabe el agua.

Ved, pues, lo que me mandáis para Nápoles, que tengo que hacer bastante, y verme quiero fuera de Madrid antes de que acabe la noche. Sacadme antes de iros, si podéis, de este pantano en que me encuentro. A ver voy á Lerma y os le enviaré, y él hará lo que sea menester, que él lo puede todo. ¿Y no volveremos á veros por aquí? Acaso.

Vuelve uno lleno de polvo, hecho un asco ¡impresentable!» A Evaristo no le llaman la atención los caballos; le interesa la pista, y, sobre todo, el verde. Está deseando que se acabe la guerra para volverse a Europa, porque aquí, sin césped en la pista de Palermo, ya no puede vivir. Y Enriquito, ¿qué te dijo? ¡Ay, no me hable! Es el más frívolo y el más insulso de todos.

Poco tiempo después, encerrado yo en mi cuarto, paseábame a lo largo de él intentando pensar en muchas cosas sin llegar a pensar con fundamento en nada, no si porque realmente no quería, o porque no podía pensar de otra manera. Con esta oscuridad en mi cerebro y el continuo zumbar del río en su cañada, acabé por sentirme amodorrado, y me acosté.

¿Y esto, señorita? ¡Mire usted que es mucha plata! dijo Julia presentando el puñado de pesetas, fruto de la última propina. Eso es tuyo. Lo que yo te doy de menos él te lo da de más. Anda, que pronto se te acabará. Lo que hace falta es que usted acabe con él..., es decir, que empiece. Cuando la señorita se case me lleva de doncella, y luego, si Dios es servido... de niñera. ¡Ave María Purísima!

Pues no falta gran cosa a mi historia, dijo doña Guiomar, y sigo en ella por complaceros y porque se acabe la porfía.

Pues bien, que tome el de su padre: Santaló. No, señor dijo la condesa . Es preciso que acabe en i para que le prestigio; mientras más íes, mejor. En ese caso dijo Rafael , que se nombre Misisipí. Consultaremos a Polo dijo la condesa . Y a propósito, ¿dónde se ha escabullido nuestro poeta?