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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Watson, indeciso entre su timidez y el deseo de ver á Celinda, se había ido aproximando á la estancia; pero al llegar á cualquiera de las tranqueras que cerraban la cerca de alambres permanecía indeciso. ¿Cómo explicar su presencia dentro de la propiedad de Rojas, cuando Flor de Río Negro le había ordenado rencorosamente que no volviese más? La vista de una tranquera abierta le infundió ánimo.
Al mismo tiempo el consejero mental le decía rencorosamente: «¡Se está burlando de ti!... Hora es ya de que esto acabe... Hazla sentir tu autoridad de hombre.» Y esta voz tenía el mismo timbre que la del difunto Tritón. De pronto ocurrió una cosa violenta, brutal, innoble.
¡Y se han ido!... ¡Se han ido juntos! dijo rencorosamente . He tenido que abandonarlos para no prolongar mi triste situación. ¡Haber trabajado tanto... para otro!
Se marchó dos días antes que él... ¡Oh, Alteza! ¡cómo me acuerdo de aquello que nos dijo en un almuerzo sobre las mujeres!... Las conozco, príncipe: todas ellas son temibles enemigos. Y señalaba rencorosamente Lo que la palmera le dijo al agave. En vano el príncipe insistió en sus preguntas. No sabía más, no le inspiraba curiosidad la suerte de Castro.
La emoción de su presencia y la costumbre del acecho le hicieron retroceder, y ella entró en la iglesia sin verle. ¡Ah, ya la tenía!... Esta vez no podría escapar, é iba á decirle muchas cosas, ¡muchas!... Pero al mismo tiempo que repasaba en su memoria rencorosamente las justas recriminaciones preparadas con anticipación, sintió miedo, un miedo irresistible á la brevedad de las respuestas de ella, tal vez á su mutismo.
No puedes olvidar la noche en que quisiste y yo no quise, y ahora te das el placer de mi suplicio; gozas haciéndome sufrir... ¡Oh, Miguel! interrumpió ella con un tono de protesta. Lubimoff siguió hablando rencorosamente, y esta indignación conmovía á Alicia más que los ruegos humildes de poco antes. Era la imploración desesperada del desahuciado que quiere volver á la vida normal.
Aquí Gurdilo se lanzó rencorosamente contra Momaren, describiéndolo sin dar su nombre, relatando sus desgracias domésticas, su lucha con Popito, su odio contra el gigante, por creerle cómplice de Ra-Ra. Hasta los senadores más amigos del Padre de los Maestros rieron francamente cuando el senador fué relatando, con una cómica exageración, todo lo ocurrido en la tertulia literaria.
Palabra del Dia
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