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Pues, ¿quién podrá negar no ser verdadera la historia de Pierres y la linda Magalona, pues aun hasta hoy día se vee en la armería de los reyes la clavija con que volvía al caballo de madera, sobre quien iba el valiente Pierres por los aires, que es un poco mayor que un timón de carreta?

-Calla, Sancho -respondió don Quijote con voz no muy desmayada-; calla, digo, y no digas blasfemias contra aquella encantada señora, que de su desgracia y desventura yo solo tengo la culpa: de la invidia que me tienen los malos ha nacido su mala andanza. -Así lo digo yo -respondió Sancho-: quien la vido y la vee ahora, ¿cuál es el corazón que no llora?

-No puede ser el moro -respondió don Quijote-, porque los encantados no se dejan ver de nadie. -Si no se dejan ver, déjanse sentir -dijo Sancho-; si no, díganlo mis espaldas. -También lo podrían decir las mías -respondió don Quijote-, pero no es bastante indicio ése para creer que este que se vee sea el encantado moro.

V. Ex.^a perdone el respecto deuido a la Grandeza, q. no ay enamorado, q. aunq. sea un Pastor, q. si se vee delante de su dama, sea quan gran señora quisiere, q. no salga de los Términos del respecto, y q. no le diga amores como a vn igual. Tal puede el amor, q. iguale lo baxo con lo mas Alto. Perdone pues V. Ex.^a la entrada de la carta con lo q. he dicho y conq. digo verdad del alma.

Así que, es menester que el que vee la mota en el ojo ajeno, vea la viga en el suyo, porque no se diga por él: "espantóse la muerta de la degollada", y vuestra merced sabe bien que más sabe el necio en su casa que el cuerdo en la ajena.

Pues en las mercedes prometidas: Bien se vee que da esto su parte de testimonio: Pues en las Abbadías y beneficios ecclesiásticos que han vacado, y dádose a quien no ha lleuado el auiso, no ha habido memoria de my. A lo cual corresponde lo q. el otro dixo, q. no tenia q. esperar más y q. aun mirasse cómo conseruaua lo que tenia.

El ventero y Sancho dijeron que así lo harían, y luego maese Pedro alzó del suelo, con la cabeza menos, al rey Marsilio de Zaragoza, y dijo: -Ya se vee cuán imposible es volver a este rey a su ser primero; y así, me parece, salvo mejor juicio, que se me por su muerte, fin y acabamiento cuatro reales y medio. ¡Adelante! -dijo don Quijote.

-Pues, ¿éste es el cuento, señor barbero -dijo don Quijote-, que, por venir aquí como de molde, no podía dejar de contarle? ¡Ah, señor rapista, señor rapista, y cuán ciego es aquel que no vee por tela de cedazo!

No digan luego, como suelen algunos, que valo yo, para q. aya q. inuidiar en mi? Es muy gran verdad: Nada: Tay soy: yo lo conozco. Pero es destino de mi Fortuna la Persecucion: Bien se vee, pues en tales cosas me roen: Enemigo que se ha de vencer huyendo, y huyrle los q. tienen corta la vida, y la ventura, y las esperanzas. A. Pz.

Oyendo lo cual Sancho, dijo: -Tan de valientes corazones es, señor mío, tener sufrimiento en las desgracias como alegría en las prosperidades; y esto lo juzgo por mismo, que si cuando era gobernador estaba alegre, agora que soy escudero de a pie, no estoy triste; porque he oído decir que esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza, y, sobre todo, ciega, y así, no vee lo que hace, ni sabe a quién derriba, ni a quién ensalza.