United States or Northern Mariana Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


El tiempo que habrá de vivir, que sea con la mayor tranquilidad posible... Dios, que en la forma del santo viático habita en ella, dispondrá como le plazca de esta tierna planta agostada en flor.

Creyó que era el Viático, y arrodillándose y descubriéndose, según tenía por costumbre, rezó una corta oración y dijo: «¡que Dios le lo que mejor le convenga!». Las carcajadas de sus soeces burladores, que le habían seguido, le volvieron a su acuerdo, y conocido el error, se metió a escape en su casa, que a dos pasos estaba. Durmió, y al día siguiente como si tal cosa.

Pensóse entonces en traer el santo Viático al enfermo, y este acogió la noticia entornando los ojos con humildad profunda, diciendo siempre: ¡A !... ¡A !...

Cuando éste predicaba, era todavía mayor el placer; y aunque las más de las veces no entendía los complicados conceptos de la plática, el eco de la voz amada era suficiente para llenarla de placer. Tía Juana era demasiado creyente para tener miedo á la muerte. Al llegarle su turno la esperó con serenidad, que luego se trocó en alegría en el momento de entrar el viático.

Harta experiencia tengo de su caridad y oración para saber si hay lazo o engaño de Satanás. Me dicen que fue vuesa merced preguntó el licenciado Zimbrón, dirigiéndose al capellán quien aconsejó administralla el santo Viático para hacella aflojar las mandíbulas. No, no; fue el padre Julián, el padre Julián. ¿Vuesa merced presenció el milagro?

Enrique IV comprendió al punto la utilidad que le reportarían gestiones encaminadas á dar unidad é impulso á cualquier empresa contra España; recibiéndole, pues, desde luego á su servicio, como maestro de lengua española , tomó á cargo el viático hasta Londres, haciéndole acompañar por el Sr.

Un día le avisaron para llevar el Viático a un caserío próximo a la villa. Como era preciso caminar algún tiempo a campo traviesa, fue sin campanilla ni convocar a los fieles. Salió solo con el sacristán, la bolsa de los corporales colgada al cuello y en ella la Sagrada Forma. El camino ceñía a trechos la orilla de la mar. Fascinado como siempre por la inmensidad del océano, distrajo su atención del misterio inefable que llevaba sobre su pecho, dejó de balbucir oraciones y entregó su pensamiento a las mismas meditaciones que noche y día le embargaban hacía tiempo. Los rayos del sol desparramados sobre los cristales del agua le impulsaron a considerar la acción suprema, omnipotente de este astro sobre la vida terrestre.

En la parte del corredor que había de recorrer el Viático, mandó que se pusieran las niñas que lucían pañuelo de talle, y como no tuvieran velas, ordenó que se les diesen.

No contenía más que unos cuantos renglones. «Carmen está muy grave. Ya el doctor mandó que se disponga, y a las cinco recibirá el Viático. Vente luego, luego; pide permiso, que el señor don Carlos no te lo ha de negar. Considérame». Puse la cartita en manos de don Carlos. Leyóla de una ojeada, y exclamó: Pues que ensille Mauricio, y ¡vayase usted!

Era verdad que había visto ganar en una noche hasta quinientos mil francos... Pero al día siguiente cambiaban las cosas, y el triunfador perdía lo ganado y además lo suyo, teniendo que pedir el viático de costumbre para volverse á su país. Yo creo dijo que todas esas historias las inventa la sección de propaganda del Casino.