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Las breves cláusulas que ligeras se cruzaban eran, por un lado, lo más insulso del perfeccionado lenguaje social, y por otro el ingenuo balbucir de las sociedades primitivas. En todos estos casos se repite incesantemente el principio del mundo, esto es, los pruritos de la Creación, el querer ser. La juguetona bandada de mujeres a medio formar invadía el domicilio de Bringas.

Aturdido hasta un grado indecible, pudo al cabo balbucir: Tiene usted razón... no había pensado... dispénseme usted... En cuanto cobre este mes le entregaré la parte que a usted le parezca... D.ª Carolina, perfectamente serena, sonriendo dulcemente, repuso poniéndole una mano sobre el hombro: Lo mejor será que me entregues todo el sueldo. Vosotros los jóvenes no conocéis el valor del dinero.

Cecilia se acercó a él con paso firme y le alargó la mano con la misma plácida sonrisa de siempre. ¿Cómo te va, Gonzalo? Parecía que le había visto el día anterior, y que nada de particular había sucedido. Sólo su tez estaba un poco más pálida. Tal confusión se apoderó del joven, que no pudo contestar a esta sencilla pregunta sin balbucir.

Ramoncito se puso serio repentinamente, casi casi pálido, y comenzó a balbucir a tropezones: Lo mismo, chico.... Tan pronto arriba como abajo.... Unos días la encuentro muy amable ... es decir, amable, no; pero al menos habladora.

Tan estupefacta y colérica estaba por la desobediencia del mancebo, que apenas pudo balbucir una protesta: «Pe... pero...». «Tía dijo Maximiliano con voz alterada y temblorosa , no pue... no puedo obedecer a usted... Soy mayor de edad. He cumplido veinticinco años... Yo la respeto a usted; respéteme usted a ».

Si él distinguía que era vasca, francesa, italiana, extranjera, en fin, iniciaba la rebaja, el último precio, el se lo doy por lo que me cuesta, por el tratamiento de madamita. ¡Oh! ese madamita lanzado entre 7 y 8 de la mañana, con algunas cuantas palabras de imitación de francés que él sabía balbucir, era irresistible.

En vez de decirle: «Porque yo la adoro a usted, y sería para una horrible desgracia esa renovación que me arranca toda esperanza de ser algún día amado por usted», comencé a balbucir como un doctrino, concluyendo por decir una sarta de necedades que sólo al recordarlas me pongo colorado.

Después de larga pausa, el maestro carpintero, con la mayor tranquilidad, como quien no dice nada, soltó la siguiente bomba: De modo, hijo, que por ahora y en mucho tiempo tampoco, no cuentes con las diez mil pesetas de que hemos hablado. Frasquito se puso pálido como un muerto. Quedó paralizado un momento y apenas pudo balbucir: ¡Cómo! ¿Ahora salimos con eso?

Desde entonces se lanzó, con la pasión de los niños en libertad, á balbucir palabras, que no entendía, del nuevo vocabulario político; á las manifestaciones públicas; al club y á las urnas electorales, siendo muy de advertir que en este entusiasmo iban siempre delante las hembras, las cuales hubieran llegado á emular las glorias de las calceteras de Robespierre, si las circunstancias lo hubieran exigido.

Las sienes me palpitaban, me sentía cada vez más embriagada por las imágenes que me representaba y me figuraba su continuación; lo veía caer de rodillas delante de ella, y, con miradas ardientes, balbucir juramentos apasionados de amor y de fidelidad. Me sabía de memoria lo que él le decía en ese momento, y no menos bien lo que ella le contestaba: habría podido soplarle las palabras.