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Ocupaba el centro, a un lado y otro del camino, poderosa batería de cañones, apoyada por considerables fuerzas de infantería; a la izquierda estaba Coupigny con los regimientos de Bujalance, Ciudad Real, Trujillo, Cuenca, Zapadores y la caballería de España; a la derecha estábamos, además de la caballería de Farnesio, los tercios de Tejas, los suizos, los valones, el regimiento de Órdenes, el de Jaén, Irlanda y voluntarios de Utrera.

¡Qué horrenda visión! exclamó María, entre sus carcajadas . Dicen que el sargento de Utrera reventó de feo. ¿Cómo es que no te sucede a ti otro tanto? Capaz eres de pegar un susto al miedo. ¿Conque tienes preñado el cachete? Pues parirás un melón, y podrás enseñarlo por dinero. ¡Qué espantoso estás! ¿Vienes a que te retraten para que te pongan en la Ilustración, que anda a caza de curiosidades?

Marchena y Utrera no os hablarán ya de esas épocas lejanas sino en sus muros y en una que otra iglesia; pero os asombrarán con sus gigantescas fachadas del siglo XVI, páginas en que se presenta unido el misticismo del arte cristiano con la magestad y la grandeza del que floreció en tiempo de los Césares.

Un sargento viejo, andaluz, se amarteló con la superiora y comenzó a echaría piropos de los clásicos; la dijo que tenía loz ojoz como doz luceroz y que se parecía a la Virgen de Conzolación de Utrera, y le contó otra porción de cosas del repertorio de los almanaques. A Bautista le dieron tal risa los piropos del andaluz, que comenzó a reirse con una risa contenida.

En Sevilla, Morsamor había oído hablar mucho de todo esto a Fray Ambrosio de Utrera y a sus ilustres amigos, cosmógrafos y pilotos examinadores de la Casa de Contratación, entre los cuales se contaban Alonso de Chaves, Rodrigo Zamorano y el joven y magnífico caballero Pedro Mexía.

¿Y cómo no hacéis nada para que la incubación se apresure? Hacemos lo que se puede dijo Sankarachária . Ya te he citado a no pocas personas que recibieron antiguamente nuestra inspiración y a algunas que la reciben hoy en Europa, ávida de saber y con la curiosidad científica muy despierta. Así los mencionados Paracelso, Cornelio Agripa, Fausto y tu valedor, Fray Ambrosio de Utrera.

contar en la tarde de aquel mismo día a un soldado de los tiradores de Utrera, presente en aquel lance, que los franceses, en su mayor parte militares viejos, cargaron a la bayoneta con furia sublime, que producía en los nuestros, además del desastre físico, una gran inferioridad moral.

La decoración del teatro era de Cosme Loti, que en tantas ocasiones ha llenado de admiración á Italia, patria suya y á nuestra España. Rodrigo Caro, Claros varones de Sevilla y Antigüedades de la villa de Utrera. V. á Navarrete, Vida de Cervantes. Madrid, 1819, pág. 410. Moratín, catálogo del año 1561. Las de los clásicos. Parnaso español, tomo VIII, págs. 60 y 61.

De una de ellas, que se representó en un convento de Utrera en 1561, dice un antiguo analista, que es una imitación de los cómicos latinos, y que, contra lo hecho por Lope de Rueda, está toda escrita en verso . La Cueva llama á Malara el Menandro del Betis, y dice que hacia este mismo tiempo eran famosos por sus comedias al estilo antiguo los poetas Guevara, Gutierre de Cetina, Cozar, Fuentes y Mejía.

Uno de ellos, suizo de nación, médico excelente y filósofo de raro y agudísimo ingenio, está avecindado en Basilea, y es generalmente conocido con el nombre de Paracelso; otro, no menos singular, se llama Cornelio Agripa, natural de Colonia, en las orillas del Rhin; otro, que tiene más fama de brujo que los demás, y dicen que va siempre acompañado de un diablo en figura de paje, lo cual ya comprenderás que es una patraña, se llama el doctor Juan Fausto; y otro, por último, con quien estoy yo en más frecuentes y cordiales relaciones, vive ahora junto a Sevilla, en un convento en la margen del Guadalquivir, y se llama el Reverendo Padre Fray Ambrosio de Utrera.