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El lenguado es ovalado, plano, á fin de que pueda deslizarse entre la arena; la anguila, para poder revolcarse en el cieno, toma formas serpentinas y se convierte en larga cinta; las balderayas, que suelen vivir agarradas á las rocas, tienen nadaderas-manos que las asemejan más á la rana que al pez. La vista es el sentido del pájaro, el olfato el del pez.

Y Diógenes, el cínico Diógenes, que se burlaba de la opinión del mundo entero y hacía gala de revolcarse en los más inmundos lodazales, sintió, ante la repugnancia de aquel ángel, que una gran vergüenza invadía su corazón y subía hasta su frente, tiñéndola de carmín, y asomaba a sus ojos llenándolos de lágrimas... Por tres días enteros estuvo sin beber una copa; al cuarto, rindióle el vicio otra vez; mas jamás volvió a besar a la niña.

21 Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, tornarse atrás del santo mandamiento que les fue dado. 22 Pero les ha acontecido lo que por un verdadero proverbio se suele decir: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.

Los arroyos que corren por la montaña no arrastran, como nuestros torrentes, despreciables guijarros y arena: llevan consigo polvo de rubíes, granates y zafiros: el bañista que nada entre sus ondas puede revolcarse, como las sirenas, en un lecho de piedras preciosas.

La rotunda negativa de Leonora; la burla despiadada de su hipocresía le hacían darse cuenta de la enormidad de su deseo. Se vengaba haciéndole revolcarse en la abyección de su amor loco y desesperado, capaz de las mayores vergüenzas. Comenzaba el crepúsculo. Leonora dio orden al cochero para volver a la plaza de Oriente.

Necesitaban matar al sacrílego. Ella se tenía también por una obra de arte viviente y quiso borrar el sacrilegio con la muerte. ¡Los crímenes intentados para despojarse de la vergüenza que latía en sus entrañas! ¡Los tormentos de la ocultación, la vida de placer seguida lo mismo que antes, pero con dolorosos esfuerzos para que no adivinasen su secreto!... Al regresar de las fiestas, librándose de la opresión que aplastaba su creciente exuberancia, eran las cóleras homicidas, los puñetazos locos sobre el globo de su vientre para aniquilar al rebelde que se empeñaba en vivir, el revolcarse sobre la alfombra con un histerismo homicida...

Jamás. Es sólo de extrañar que vaya solo; o acaba de dejar algunas señoras, o va a buscarlas. Les hablará de la ópera, del figurín, de lo mal que bailó el solo Gasparito; esta es la existencia del viejo verde: miradle contraerse y revolcarse en su vanidad al lado de una hermosa: ¿es una serpiente que se roza contra un árbol?

Allí fue el mesarse las venerables canas, el revolcarse por el suelo, y el dar tan formidables chillidos, que Mutileder, aunque estaba lejos, acudió al sitio, oyéndolos. El infeliz amante supo entonces toda la enormidad de su infortunio, mas demasiado tarde por desgracia.

El grumete Grano de Sal, después de haberse frotado de alquitrán de los pies a la cabeza, había encontrado conveniente revolcarse sobre un saco de plumas, de modo que, al salir de allí, parecía un volátil de dos pies, sin alas.

La santidad, una declarada locura. ¿Qué me dice usted de San Francisco de Asís abrazando y besando a los leprosos? ¿No es un caso de locura inmunda como la de esos desgraciados que suelen verse en las celdas de los manicomios gozando en revolcarse entre sus excrementos? ¿Qué opina usted de Santa Teresa de Jesús? ¿No le parece a usted increíble que haya aún quien tome en serio los desatinos que escribe?