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Regiones enteras hay en que el hombre, ávido de riquezas, ha talado todos los árboles: no ha quedado ni un tronco, porque las nieves, á las cuales no detiene ya la barrera viva, resbalan libremente en la temporada de los aludes. Descarnan el suelo, lo raspan hasta la roca, llevándose consigo todos los residuos de las raíces. La antigua veneración casi ha desaparecido.

Hay muchos y buenos coches de alquiler; por las calles de Milan se va en carruaje con mucha comodidad, hay en todas las calles dos listones de baldosa por donde resbalan las ruedas, de modo que el movimiento es suavísimo, y la celeridad grande. En el Corso hay jardines públicos á imitacion de los de Mabille de Paris, pero no tan buenos.

Al comenzar la noche, un criado, para anunciar la comida, hacía resonar por los corredores, en su bocina de plata, a la moda gótica, una harmonía solemne. Yo, entonces, me levantaba y entraba en el comedor majestuoso y solitario. Una multitud de lacayos, con libreas de seda negra, servía, en un silencio de sombras que resbalan, las vituallas más raras y los vinos más costosos que joyas.

Los desprecios y los bufidos resbalan sobre su persona sin molestarla. Habló Isidro de la indignación de las matronas, que consideraban como un tormento viajar con sus hijas teniendo que sufrir la compañía de Nélida.

Una especie de foso con su borde lleno de cieno seco y hojas en descomposición, nos enseña que en este paraje el curso de las aguas es tranquilo y casi sin corriente; más lejos, el lecho aparece apenas trazado porque las aguas se resbalan con rapidez por la gran pendiente; en otra parte, las aristas paralelas de los asientos rocosos atraviesan oblicuamente el fondo desde una á otra orilla, formando obstáculos sobre los cuales la corriente se descompone formando pequeñas ondas.

Miguel Nieto ha pintado, en un intenso amor por lo oriental, una cadencia. En su cuadro la Tórtola Valencia danza, febril, la danza del incienso. El cielo nocturnal, azul de Oriente, dosela su figura. Orientales perfumes la circundan, y sus chales resbalan de sus hombros lentamente. Extraña luz, como de mármol blanco entrevisto a través de una esmeralda, estiliza su rostro de judía.

No puedo ocultar a usted que me desagrada la familiaridad de la niña con el sobrino de Urbano. EVARISTA. Ya la corregiremos. Pero tenga usted presente que Máximo es un hombre honradísimo, juicioso... PANTOJA. , ; pero... Amiga mía, en los senderos de la confianza tropiezan y resbalan los más fuertes: me lo ha enseñado una triste experiencia. Yo sentaré la cabeza cuando me acomode.

Señor se atrevió a decir Contracayes, algo amostazado y perdiendo mucha parte del miedo ; con la palabra de V. S. tengo ya bastante, y no es de los sagrados cánones de lo que me quejo, sino de mi mala suerte que me hizo resbalar y caer donde otros muchos, muchísimos que conozco resbalan pero no caen. El Magistral se volvió de pronto, como si le hubiesen mordido en la espalda.

Es un mozo de rasgos enérgicos, de bigote negro, con cierto aire tribunicio, de «mitinero» electoral, a cuya afición ¡ay! debió su triste fin, ya relatado en otra ocasión. La viuda vuelve hacia él sus grandes ojos azules, de Dolorosa de Rubens, y suspira: «¡Ay, Arturito, qué felices fuimos!...» Dos lágrimas resbalan por las mejillas de Margarita.

Mira esas nubes, que llegan lentas y oscuras, a interponerse entre el sol y la tierra: son como el deber, que se interpone entre el corazón y un amor ilícito, dejando caer sobre el primero sus frías pero claras y puras emanaciones. ¡Dichoso el terreno sobre el que no resbalan! Pero nuestra felicidad será inalterable como el cielo de mayo, porque me querrás siempre, ¿no es verdad, María?