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Esa tranquilidad, ese sosiego inmenso que se expandía sobre todo, esa inalterable calma de la atmósfera, esas luces inmóviles y esas grandes sombras, producían en uno la impresión de una pausa en el movimiento vertiginoso de siglos, de una espera intensa, de un momento de reflexión, o más bien quizá, una mirada de melancolía hacia el lejano pasado, cuando los astros, seres humanos, razas y religiones no existían.

Dotado de una voluntad firme e inalterable, religioso por carácter, y confiando en la Providencia, dejó la cabaña de su madre, yéndose a pie a Nápoles, donde se hizo lazzaroni y bracero; y el dinero que ganaba durante el día en esta ocupación, lo empleaba por la noche en pagar a los maestros que le educaban. Pasaba la noche inclinado sobre sus libros, abusando así de sus fuerzas y de su salud.

Cada parroquiano pertenece á un grupo inalterable y se sienta infaliblemente todas las noches en el mismo lugar, delante de la misma mesa y haciendo rueda con las mismas fisonomías de la noche anterior. Cada cual llama al mismo mozo, pide la misma cosa, se insinúa de igual manera y permanece el mismo tiempo que en la última sesion.

Las gentes nos creían el matrimonio más feliz del mundo. La tranquilidad aparente de Amparo cuando yo era testigo de su agonía nocturna, de sus lágrimas y de lo intenso, de lo vivo, de lo inalterable de su amor hacia aquel hombre, que era para un misterio, la tranquilidad ficticia de Amparo, repito, me irritaba.

Al sumergirse en aquellas camas arquitectónicas, verdaderos monumentos de otros tiempos, los tres vestigios de la familia insigne de Porreño, vivos exóticamente en nuestros días, parecía que se hastiaban del mundo de hoy y se volvían á su siglo. Concluyamos: la más inalterable armonía reinaba aparentemente entre ellas. Parecían no tener más que un pensamiento y una voluntad.

Cuando doña Bernarda se vio sola y dueña absoluta de su casa, no pudo ocultar su satisfacción. Ahora se vería de lo que era capaz una mujer. Contaba con el consejo y experiencia de don Andrés, más unido a ella que nunca y con la figura de Rafael, el joven abogado sostenedor del nombre de los Brull. El prestigio de la familia seguía inalterable.

Una oleada de fuego ha descendido hasta mi corazón. ¡Incomparable voluptuosidad! ¡Es un beso de Adela, la huella, la dulce huella de sus labios, la que reposa sobre los míos! ¡Oh! la conservaré entera, inalterable.

Su tranquila gravedad, inalterable ante las burlas y los extremos de cómica furia con que el espada y sus amigos acogían tales declaraciones, respiraba orgullo por la excepción con que le habían honrado los correligionarios.

Conque, ya lo he indicado, y aquí lo consigno, y sirva esto de corolario al capítulo anterior, á la vez que de segundo AXIOMA: La Granadina es una andaluza seria. Tan rara seriedad no tiene nada que ver con la inalterable circunspección, con la espetada tiesura ni con la solemne parsimonia de las pobladoras de otras regiones de España.

Su fama de buen hombre trajo sobre él, no sin envidia de sus compañeros, el nombramiento del confesor del rey. Todos los padres doctos de la Orden de Predicadores, hubieran querido ser en aquellas circunstancias tan buenos hombres como el padre Aliaga. Este siguió en la corte su inalterable línea de conducta.