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Porque contestó al fin lentamente, en una voz trémula y tan baja, que apenas pude oír las fatales palabras que pronunció ¡porque ya estoy casada! ¡Casada! exclamé tartamudeando y quedándome rígido. ¡Y su esposo! ¿Cómo se llama? ¿No adivina usted? me preguntó. ¿No lo sospecha? El hombre que ya ha tenido oportunidad de conocer: Herberto Hales.

Amaneció viento del cuarto cuadrante recio; á las doce se llamó al SO. A la una, habiendo algo abonanzado, me hice á la vela, y se me cayó el relox al agua, quedándome sin siquiera una ampolleta para gobierno, y sin relox alguno bordo de ninguna especie.

Ella, además, me amaba y me ama, porque ha nacido de mis entrañas y porque es mi sangre y porque recuerda y agradece mis mimos, mi ternura, el esmero con que la he criado, y hasta esa misma elevación moral y religiosa a que he procurado elevarla, quedándome yo tan lejos y tan por bajo de ella.

Pero no di al descubrimiento la importancia que le hubiera dado en otra ocasión, porque las impaciencias nos consumían, y notaba que, como si allí no hubiera más ánimos que los míos, a medida que se los infundía a Tanasia y a su familia, iba quedándome yo sin ellos.

No sino que el menguado me quitó cuanta ropa llevaba puesta dejándome en gregüescos y después me enjaretó este sayal blanco, quedándome yo aquí corrido y sin atreverme á volver al pueblo y mucho menos á presentarme á mi mujer, que si me ve en esta guisa pondrá el grito en el cielo, tratándome de borracho y correntón.

No, pues yo te quería decir de que... allí... como ya tengo aprendido el oficio... es decir, vamos, que quedándome las herramientas por lo que me debía tu padre de soldada... allí, yo, como ya en la quinta del mes pasado libré... y como vamos.... ¿Acabarás hoy o mañana? Habla expedito, que parece que estás comiendo sopas.

A mediados del año de 1781 me encargué del mando de este departamento, que se componía de ocho pueblos, incluso el de Nuestra Señora de Candelaria, que ahora se ha separado por pertenecer al obispado del Paraguay, y por consiguiente a su gobierno e intendencia, quedándome ahora los de San Carlos, San José, Apóstoles, Concepción, Santos Mártires, Santa María la Mayor y San Francisco Xavier.

Arreglado y puesto en práctica el método propuesto, serían en mi concepto infalibles las favorables resultas, así para la factoría como para los indios, pues tenían seguros los jornales, y dónde proveerse en todas sus necesidades, los que no tuviesen labranzas propias, y los que las tuviesen la seguridad de vender todos sus frutos a un precio fijo y determinado; y la factoría la seguridad de unos crecidos aumentos en todos los ramos que beneficiase, no quedándome duda que en un pueblo de medianos fondos y proporciones no bajarían de 8 a 10.000 pesos las utilidades anuales, aun considerados a los principios y con solas las faenas presentes, lo que evidenciaré a usted con el siguiente tanteo.

Triste cosa, señor, lo que le ha sucedido a nuestro pobre amo se arriesgó a decir el bien enseñado servidor, que toda su vida la había pasado al servicio de los anteriores propietarios. Me temo que la pobre y joven señorita sienta demasiado el peso de su desgracia. Lo siente demasiado, Gibbons respondí, tomando un cigarrillo y quedándome de pie con la espalda hacia el fuego.

Me dió una carta, que el Auditor de la expedicion reduccional habia dejado para el de la fluvial: regalóme un cordero y unos zapallos, quedándome corrido á vista de esta generosidad no tener mucho que regalarles. Solo esta indiada, como la pasada, es hermosa, culta, bien criada y vestida: despedíme de ellos, y aquí se quedó el indio que me vino acompañando.