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Ya veis que si no es por no escapáis, y que he ganado bien todo el dinero que queráis darme, y á más mi compañía de los tercios de Nápoles. Rico serás y capitán, Juara, y perdónenme los soldados á quienes en ti tal capitán he de darles. Tendrán en una cabeza valiente.

Perdónenme los que no comprenden el espíritu de esta singular toilette el que recuerde aquella circunstancia. En fin: ya tiene el gobierno en sus manos. Facundo ha muerto un mes antes; la ciudad se ha entregado a su discreción; el pueblo ha confirmado del modo más auténtico esta entrega de toda garantía y de toda institución.

Hoy, que es día de gloria, también yo me atrevo a pedirles que me perdonen. Hace ya años, y aunque con la mejor intención, yo les he hecho sufrir. Y algo peor: yo he contribuído, con mi aturdimiento insensato, a hacer desgraciada a Angustias, quizás a don Pedrito, y, desde luego, a ustedes. ¡Bien lo he pagado! Dios me perdonará. Perdónenme ustedes. ¿Qué dice usté ahí, Felicita? No sea usté simple.

Todo iba como una seda para aquella feroz hormiga, cuando de súbito le afligió el cielo con tremenda desgracia: se murió su mujer. Perdónenme mis lectores si les doy la noticia sin la preparación conveniente, pues que apreciaban á Doña Silvia, como la apreciábamos todos los que tuvimos el honor de tratarla, y conocíamos sus excelentes prendas y circunstancias.

¡Ah! ¿de veras?... exclamó la señora Liénard; en tal caso... Dirigió en torno suyo la mirada y vio que el presidente y la inspectora se esforzaban por disimular sus bostezos y se echó a reír exclamando: ¡Perdónenme! ya me olvidaba de que esta discusión no interesa nada a los invitados del señor Voinchet; dejémoslo por ahora, mas conste que no me doy por vencida.

Perdóneme la señora del almacen, perdónenme los dos caballeros parisienses; yo no lo creo; en honra de Francia, no lo debo creer. Desde los altos y espaciosos pórticos de aquel templo, veiamos á un mismo tiempo la calle Real, la hermosa plaza de la Concordia, las entenas y cables de un bergantin surto en el Sena, y uno de los palacios que adornan la otra orilla del rio.

Pero perdónenme, amigos míos, perdónenme dijo la Condesa con voz débil. Estos acontecimientos de mi infancia me han entretenido más de lo que deseaba... y no tengo fuerzas para continuar... Su hermana, que ya había estado a punto de interrumpirla, le impuso silencio, y alargando su mano a Fernando, le dijo, despidiéndole: Hasta mañana.

Ahora recuerdo que mi amiga le está recomendando siempre que le imite a usted en las formas respetuosas para manifestar su amor. Y le reprendo sus atrevimientos dijo doña Flora... Y le tira de las orejas cuando se extralimita de palabra u obra, y le pellizca en el brazo cuando salen juntos a paseo. Señoras, perdónenme ustedes dijo don Pedro pero me retiro. ¿Tan pronto?

Cuando el joven pudo hablar, ya algo más tranquilo, después que por sus pálidas mejillas corrieron a raudales las lágrimas, dijo: Perdónenme ustedes si aumento su dolor con la expansión del mío. ¡Si supieran lo que sufro!... El anciano se sonrió con tristeza. ¡Pobre Amaury! dijo en voz baja Antoñita. Ya estoy sereno agregó Leoville.

Esa, padre, es la vida, que quiero llevar, ése es el papel que en efecto me está reservado para el porvenir dijo Amaury. ¿No es verdad que el que haya aguardado más, será el que más habrá apurado el cáliz de amargura? Perdónenme exclamó Antoñita, sintiéndose conmovida, por aquel pugilato de estoicos.