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Créemelo porque yo te lo digo: cuando se me serenó el sentido, estaba abochornada... El único a quien guardaba rencor era al tío capellán. Me lo hubiera comido a bocados. A las señoras no. Me daban ganas de ir a pedirles perdón; pero por el aquel de la dinidá no fui. Lo que más me escocía era haberle tirado un ladrillazo a doña Guillermina.

María admiraba a las insignes heroínas de la religión, como se admiran los fenómenos y prodigios de la naturaleza, con emoción y asombro. Mucho tiempo se pasó sin que osara levantar sus ojos hasta ellas para imitarlas. Limitábase a pedirles con interminables oraciones que intercediesen para que Dios le perdonase sus pecados.

En tal estado las cosas, no era de extrañar que mi madre creyera suspendida sobre la cabeza de su esposo el hacha del verdugo. Algunas veces tuvo la idea de arrojarse a los pies de los delegados de la Convención y pedirles la libertad de mi padre.

¡Vamos, Melchor... déjate de cavilaciones infundadas! Clota es una muchacha excelente y te ha demostrado una consecuencia que parece que no quisieras reconocer. , Melchor, Lorenzo tiene razón, no debes quedarte. ¡ también!... ¡Hombre!... ¡No faltaba más!... Por poco voy a tener que pedirles permiso a ustedes para fumar un cigarrillo.

Al volver á los salones iba tan ofuscado, que casi derribó á un señor de reducida estatura, y éste, á pesar del golpe recibido, hizo una reverencia murmurando excusas. Le vió después yendo de un lado á otro, tímido y humilde, vigilando á los servidores con unos ojos que parecían pedirles perdón, y cuidándose de volver á su sitio los muebles puestos en desorden por los invitados.

Cada joven había perdido una hora más en su vida, y con ella una parte de su dignidad y de la consideracion á mismo y en cambio ganaba terreno el desaliento, el desamor al estudio y el resentimiento en los corazones. ¡Despues de esto pedirles ciencia, dignidad, gratitud! De nobis, post hoec, tristis sententia fertur!

Deseo saber si desde que este señor ha ido a casa de mis suegros a pedirles la mano de Presentación tienes algún agravio de ellos o de ella. Godofredo se puso rojo de nuevo y luego pálido. Al cabo balbució con trabajo: Yo creo que mi carta... Tu carta es un verdadero cien pies. Después de haberla leído con cuidado dos veces, nada he sacado en limpio.

La miseria en que yacían los infelices soldados heridos en la campaña del Norte era grande y dolorosa, y debía precisamente despertar en el corazón de todas las señoras españolas los sentimientos más compasivos... Por eso habíase atrevido ella, la Butrón, a citar a todas las presentes para pedirles, por amor de Dios y compasión hacia aquellos infelices, que uniesen sus esfuerzos para socorrerlos, formando una asociación de señoras que, propagada por todas las provincias, pudiera allegar cuantiosos recursos para este objeto.

Lo puedo decir de que no si he visto en mi vida más angustiado el corazón por verme al lado de un hombre que veía tan cierta y voluntariamente irse al Infierno y reconociendo que no valían razones y que este linaje de Demonios no se echa nisi in Oratione. & ieiunio Mat. 17. 21. me volví a los circunstantes a pedirles en alta voz un AVE MARIA por amor de Dios, por aquel miserable, que se iba al Infierno ciertamente: para que Dios lo alumbrase y reparando, que le hacían alguna impresión estas voces, por más que lo quería desmentir, me volví luego al otro lado a inculcar lo mismo con más afecto, así para mover a los oyentes a rogar por él con más instancia, como para alcanzar de la piadosísima Madre de pecadores, que se dignara ablandarle el corazón, con la benignidad de su gracia.

No, no, Casilda exclamó con desesperación, todo menos eso, todo menos eso... Es cierto que no pediríamos sino una parte mínima de lo que nos corresponde, y no en calidad de donativo, sino en calidad de préstamo, pero siempre sería pedir un servicio, un favor, a ellos, los Esteven. ¿Y si no te reciben, desgraciada? ¿y si no te lo hacen ese favor que vas a pedirles poco menos que de rodillas, porque no quieren, o porque no pueden, arruinados como dicen que están? ¡Sería una humillación vergonzosa y estéril!