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Preceptos más sensatos acerca de la composición y del estilo del drama, expone á un poeta cómico Bartolomé de Argensola, hermano de Lupercio Leonardo, á quien ya conocemos; pero sus reglas son, en parte, de esa naturaleza profunda que nos enseña que un cuerpo humano no puede tener cabeza de caballo.

El Convento de Capuchinos, que por incidencia hemos nombrado en otro lugar, fue fundado por los mismos religiosos en lo que ahora es paseo del Obalo, ausiliados por D. Lupercio Arbizú, Caballero de la orden militar de San Juan de Jerusalem y Comendador de Caspe, habiéndose gastado en ello pingües rentas: El Obispo D. Fernando Valdés dio su aprobación y el Ayuntamiento y el pueblo teruelano prestaron su consentimiento y contribuyeron con la mayor liberalidad a su engrandecimiento que les fue correspondido con usura por los religiosos del convento, cuyo edificio se arruinó totalmente en los calamitosos tiempos de la guerra: después la piedad del Rey y la del Obispo D. Felipe Montoya proporcionaron a los religiosos en Setiembre de 1816 un nuevo convento en el sitio de Villa-Vieja.

Los demás, como El rufián viudo, El viejo celoso, etc., no desmerecen tampoco de los anteriores. La dicción de estos entremeses, ya en los versos de dos de ellos, ya en la prosa de los restantes, ofrece maravillosos ejemplos de la fusión del lenguaje de la vida ordinaria con la cultura literaria más refinada . Lupercio Leonardo de Argensola.

Oh, si se fuessen aquí", en Parte XXI. Adoptamos la lección de la Suelta de 1741. collera, cólera. Cf. para el acento: "Así enojada estuvo, así ha llorado. Que Lupercio movido a ira y colera, Puso las manos en su rostro hermoso." Lope de Vega, Los Embustes de Celauro, B. A. E., XXIV, 97 c. "Supuesto que" significa a veces "aunque" como "puesto que". Bello, Gramática, 1268. son, sino.

Helosele la sangre que tenia, Murióse quando vió que muerto estaba La turba pertinaz en su porfia. Puesto que ausente el gran LUPERCIO estaba Con un solo soneto suyo hizo Lo que de su grandeza se esperaba. Descuadernó, desencajó, deshizo Del opuesto esquadron catorce hileras, Dos criollos mató, hirió un mestizo.

Liñan hizo algunas y yo las vi: del Cid eran dos, una de la Cruz de Oviedo y otra que llamaban la Escolastica, de Brabonel tambien, y de un Conde de Castilla: no se que escribiere otras: De Lupercio hubo algunas tragedias, pienso que buenas, lo que permitió aquel siglo en que ni los ingenios eran tantos ni los ignorantes tan atrevidos....... Se entretuviera mucho V. E. viendo tanto representante con el luto en los estómagos que es cosa lastimosa.

Lupercio Leonardo, el mayor de los dos hermanos Argensolas, justamente famosos en las letras, nació en Barbastro en el año de 1565, y á los veinte de su edad, esto es, en 1585, vió representar tres tragedias suyas en los teatros de Zaragoza y Madrid , tituladas La Isabela, La Alejandra y La Filis.

Vaca, cura y beneficiado en Toledo; Lupercio Leonardo de Argensola, secretario de la Emperatriz y después del rey de Nápoles; el licenciado Martín Chacón, familiar del Santo Oficio; el Dr. Tárrega, canónigo del Aseo de Valencia; Gaspar Aguilar, secretario del duque de Gandía; Juan de Quirós, jurado de Toledo; el Dr.

Pasó este tiempo, vino otro, Subieron á más alteza; Las cosas ya iban mejor; Hizo entonces Artieda Sus Encantos de Merlín Y Lupercio sus tragedias. Virués hizo su Semíramis, Valerosa en paz y en guerra: Morales su Conde loco, Y otras muchas sin aquestas. Hacían versos hinchados, Ya usaban sayos de telas De raso de terciopelo, Y algunas medias de seda.

El tiempo es breve y yo largo; Y así he de dejar por fuerza De alabar tantos ingenios Que en un sin fin procediera; Pero de paso diré De algunos que se me acuerdan, Como el heróico Velarde, Famoso Micer Artieda; El gran Lupercio, Leonardo, Aguilar el de Valencia, El licenciado Ramón, Justiniano, Ochoa, Zepeda, El licenciado Mexía, El buen Don Diego de Vera Mescua, Don Guillén de Castro, Liñán, Don Félix de Herrera, Valdivielso y Almendarez, Y entre muchos, uno queda: Damián Salustio del Poyo, Que no ha compuesto comedia Que no mereciese estar Con las letras de oro impresa, Pues dan provecho al autor Y honra á quien las representa.