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Anúlanse entonces muchos actos del gobierno del Rey; sus favoritos caen en desgracia; el falso Ninias ofrece la esposa prometida del verdadero á su auxiliar Frixo, que la pretende; la confusión es completa; las leyes del espíritu humano que siempre han regido al mundo, se muestran entonces trastornadas, y sólo Frixo comprende la razón del laberinto en que toda la corte se pierde . Por último, estalla nueva guerra con los pueblos inmediatos, y Semíramis perece en la contienda.

La muerte de Arturito y la pérdida del bastón, aunque pronto empezaron a olvidarse ambas cosas, y por último la aparición de la famosa contralto Rosina Stolz, que iba a estrenarse en el teatro principal, en la Semíramis de Rossini, donde ella era admirable, como actriz y como cantora, haciendo el papel de Arsaces.

Semíramis, mientras tanto, ha formado en su soledad el plan más temerario para recuperar de nuevo el mando. Ninias es tan semejante á ella en facciones y en cuerpo, que, con traje de hombre, puede confundirse con él.

María, en traje de Semíramis, estaba preparada para salir a escena. Rodeábanla algunas personas. El embozado, que no era otro que Pepe Vera, entró a la sazón, se aproximó a ella y sin que nadie lo oyese, le dijo al oído: No quiero que cantes y siguió adelante con impasible aire de indiferencia. María se puso pálida de sorpresa y enrojeció de indignación en seguida.

Semíramis pasa por encima de su cadáver, por mandar sola, y encierra en la cárcel á su hijo Ninias, quedándose señora y soberana única de inmensas regiones.

¡Eh! vaya usted al diablo contestó mi tío Ramón; no estoy para ser objeto de sus bromas, y se levantó violentamente de la mesa. Se daba Semiramis aquella noche, y Colón estaba de gala; los palcos, ocupados por las más lindas y conocidas mujeres de la gran sociedad, presentaban un aspecto deslumbrador.

Para recorrer el mundo en triunfo, sólo esperan que llegue en genio que de ellos se apodere, y, de materia épica algo informe que son todavía, los convierta en seres artísticos, con más realidad y significación y brío, para vivir en el alma y en la memoria de los hombres, que los héroes más reales y conocidos de la historia; para convertirse en personajes reales, aunque no hayan existido jamás, como sucedió con Semíramis y con tantos otros, de quienes la crítica ha venido a averiguar más tarde que nunca existieron.

De aquí que saliese del retraimiento en que por la pena de la reciente muerte de Arturito se encontraba y apareciese en su palco, en el teatro, la primera noche en que la Stolz cantó en la Semíramis. Don Joaquín fue también, aunque estaba tan apesadumbrado como si hubiese perdido un hijo.

La orquesta dio principio al acto, tocando magistralmente la obertura de Semíramis. El rector, anciano religioso, honra y gloria de la Orden a que pertenecía, pronunció después un breve discurso, que no pudo terminar.

Como Semíramis cuando ve aparecer la sombra de Nino para echarle en cara sus trapicheos; como Hamlet cuando oye al espectro de su padre revelándole los delitos de la señá Gertrudis; como Moisés cuando vislumbra á Jehová en la zarza ardiente, así nos quedamos todos: mudos, fríos, petrificados de espanto.