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También Relimpio creía de su deber honrar la casa que visitaban, embobándose de admiración y lanzando interjecciones cada vez que el bueno de Alonso señalaba un espejo, un cuadrito o el biombo de cinco hojas, tan lleno de pastores que ni la misma Mesta se le igualara.

Yo, sobre todo, ¿cómo había de imaginar cosa alguna que igualara á los profundos pensamientos de aquel pozo de ciencia? «Pues verán ustedes prosiguió. Hallándose las cosas como he dicho, de repente... ¡Que novedad! ¡Qué agudísima é inesperada anagnórisis!... Pues es el caso que el muchacho tiene un tío, oidor en Indias.

13 El hombre nunca supo su valor, ni se halla en la tierra de los vivientes. 15 No se dará por oro, ni su precio será a peso de plata. 16 No puede ser apreciada con oro de Ofir, ni con ónice precioso, ni con zafiro. 17 El oro no se le igualará, ni el diamante; ni se cambiará por vaso de oro fino.

Sabido es que la personalidad artística de Lope de Vega presenta doble aspecto: el de poeta popular y nacional y el de poeta erudito y universal. Lope aspiró, sobre todo en los dos primeros tercios de su vida, y la riqueza de sus dotes le daba pleno derecho a ello, a ser un poeta universal y clásico, cuya gloria igualara, si no oscureciera, a la de los grandes poetas del Renacimiento italiano.

-Una de las cosas -dijo a esta sazón don Quijote- que más debe de dar contento a un hombre virtuoso y eminente es verse, viviendo, andar con buen nombre por las lenguas de las gentes, impreso y en estampa. Dije con buen nombre porque, siendo al contrario, ninguna muerte se le igualará.

''Y no toma ocasión su amarillez y sus ojeras de estar con el mal mensil, ordinario en las mujeres, porque ha muchos meses, y aun años, que no le tiene ni asoma por sus puertas, sino del dolor que siente su corazón por el que de contino tiene en las manos, que le renueva y trae a la memoria la desgracia de su mal logrado amante; que si esto no fuera, apenas la igualara en hermosura, donaire y brío la gran Dulcinea del Toboso, tan celebrada en todos estos contornos, y aun en todo el mundo''. ¡Cepos quedos! -dije yo entonces-, señor don Montesinos: cuente vuesa merced su historia como debe, que ya sabe que toda comparación es odiosa, y así, no hay para qué comparar a nadie con nadie.

Formábanlo dos anchos murallones de cartón, forrados en piel de becerro jaspeado, y en la fachada, que era también de cuero, se veía un ancho cartel con doradas letras, que decían al mundo y á la posteridad el nombre y significación de aquel gran monumento. Por dentro era un laberinto tan maravilloso, que ni el mismo de Creta se le igualara.

Entró en la sala que también estaba a oscuras, penetró en el gabinete de su tía, que a la misma boca de lobo se igualara en lo tenebroso, y allí se le redobló la facundia, y la energía de sus declamaciones rayaba en frenesí.

La sin par Dulcinea del Toboso es quien es, y la señora doña Belerma es quien es, y quien ha sido, y quédese aquí''. A lo que él me respondió: ''Señor don Quijote, perdóneme vuesa merced, que yo confieso que anduve mal, y no dije bien en decir que apenas igualara la señora Dulcinea a la señora Belerma, pues me bastaba a haber entendido, por no qué barruntos, que vuesa merced es su caballero, para que me mordiera la lengua antes de compararla sino con el mismo cielo''. Con esta satisfación que me dio el gran Montesinos se quietó mi corazón del sobresalto que recebí en oír que a mi señora la comparaban con Belerma.

19 No se igualará con ella esmeralda de Etiopía; no se podrá apreciar con oro fino. 20 ¿De dónde pues vendrá la sabiduría? ¿Y dónde esta el lugar de la inteligencia? 21 Porque encubierta está a los ojos de todo viviente, y a toda ave del cielo es oculta. 22 El infierno y la muerte dijeron: Su fama hemos oído con nuestros oídos.