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El lenguaje es muy escabroso en todas las clases de la sociedad. Demasiado vehemente y libre, reemplaza las delicadezas de la sátira ó del estilo persuasivo con la elocuencia brutal de las interjecciones obscenas. Ademas, los Españoles adolecen de ciertos defectos que neutralizan en gran parte sus bellas cualidades.

En él, como en Daudet, la producción es violentísima; produce de un tirón, rápidamente y como delirando. A veces se le oye exclamar: «¡Ah, tunanta!»... O bien: «¡Ah, miserable, ya eres mío!...» La cólera de sus personajes le quema, irritándole hasta el paroxismo, obligándole á salpicar el primer original de sus obras de interjecciones y frases soeces.

Pero vamos a ver... ¡hable usted! profirió el joven exasperado sacudiéndole por el hombro. ¡Cálmese usted, Tristanito! Le aconsejo a usted que tenga calma en estas circunstancias. No hay consejo menos calmante que el de la calma. Tristán, ya fuera de , comenzó a patear con furor, soltando al mismo tiempo una serie de interjecciones bien enérgicas.

Mi cómplice es Doña Blanca Roldán de Solís. El P. Jacinto se llenó de asombro, abrió los ojos y la boca y se santiguó muy deprisa media docena de veces, soltando estas piadosas interjecciones: ¡Ave María Purísima! ¡Alabado sea el Santísimo Sacramento! ¡Jesús, María y José!

El gobernador comenzó a bufar de nuevo, amenazando entre enérgicas interjecciones hacer con mantillas y peinetas lo que Esquilache hizo con capas y sombreros. ¡Pero, hombre, no sea usted mentecato! volvió a decir el ministro con su risa de paleto . Eso tiene muy fácil remedio. ¿Cuál? Llame usted a Claudio Molinos.

Enfrente de la casa piafaba y pateaba un caballo, mientras una voz robusta de hombre intentaba calmar sus impaciencias con interjecciones acariciadoras: «¡So... So... Quieto, Brunete!...». Luego esta misma voz exclamaba: «Vamos, papá, date prisa, vamos a llegar tarde...»

Pero el duque, que vió perfectamente el ademán, no quiso hacerse cargo de él: siguió gruñendo, resoplando, dejando escapar interjecciones violentas y paseando furiosamente por la estancia. Hasta que se presentó Llera y con él un grupo de sujetos encogidos, mal trajeados, de fisonomía vulgar.

Fanfarrones y pendencieros, sus disputas momentáneas iban siempre sazonadas de interjecciones coloradas, y acababan por burlas ó anécdotas picantes. Cada una de sus frases tenia por adorno indispensable aquella palabra española tan expresiva, de sentido vago, y que no puede copiarse en ningún escrito sin escandalizar.

También Relimpio creía de su deber honrar la casa que visitaban, embobándose de admiración y lanzando interjecciones cada vez que el bueno de Alonso señalaba un espejo, un cuadrito o el biombo de cinco hojas, tan lleno de pastores que ni la misma Mesta se le igualara.

Reynoso paseó una mirada anhelante por el rostro de sus amigos, y viendo que los dos bajaban la cabeza confirmando las palabras de Tristán, se llevó ambas manos crispadas a los cabellos mesándoselos con furor. Fue un acceso de loca desesperación. Gritos, sollozos, interjecciones, movimientos convulsivos. Sus amigos turbados y confusos hacían vanos esfuerzos por calmarle.