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Lo que hay es que no puede una mover un pie sin que venga toda la vecindad á decir por qué y por qué no. Cepos quedos dijo Carrascosa, que yo no dudo de que seas una mujer muy principal; pero debe evitarse que la gente ande diciendo cosas ... porque....

Reposaba sin duda la fatiga de haber prendido fuego a los cepos que tan regocijadamente ardían, y pedido y servídolo, mezclándole unas gotas de ron. Silencioso y quieto ahora, posaba los ojos en Lucía y en el fuego, que daba móvil fondo rojo a su cabeza.

Si las anclas tenían los arganeos, caña, brazos, uñas y cepos como las ordinarias de ahora. Si llevaba algo que sustituyera á la serviola, y el pescante de gatilla y á los aparejos de gata y gatilla. De qué manera se varaban y abozaban las anclas durante la navegación. Cómo estaba dispuesto el lastre y en qué consistía.

Aunque las antiguas naves se amarraban con cuatro anclas pequeñas de ocho á doce quintales, habiéndose encontrado enterradas en el arsenal de la Carraca dos, forjadas cuando menos al fin de siglo XVI y de forma igual á las del tiempo de Colón , no ha tenido dificultad la Comisión en utilizarlas, aunque excedan en las dimensiones y peso proporcional, dejándolas en el estado en que parecieron; es decir, conservando el sello de su antigüedad, si bien poniendo nuevos los cepos de madera que faltaban; solamente se ha construído de nuevo, con arreglo á los dibujos y reglas de la época, la fornaresa ó ancla de la esperanza.

Y si algo vale la sentencia mía, La diré que haga cara y cepos quedos, Pues no es aquél su puesto ni su día, Ni se aligue á Sevillas ni á Toledos Con ser grandes ciudades, y á este tono, A las demás estiman en dos bledos; Sólo ha de ser el garbo y el entono Para Madrid que es villa, que aunque villa, Tiene en su abono príncipes de abono.

''Y no toma ocasión su amarillez y sus ojeras de estar con el mal mensil, ordinario en las mujeres, porque ha muchos meses, y aun años, que no le tiene ni asoma por sus puertas, sino del dolor que siente su corazón por el que de contino tiene en las manos, que le renueva y trae a la memoria la desgracia de su mal logrado amante; que si esto no fuera, apenas la igualara en hermosura, donaire y brío la gran Dulcinea del Toboso, tan celebrada en todos estos contornos, y aun en todo el mundo''. ¡Cepos quedos! -dije yo entonces-, señor don Montesinos: cuente vuesa merced su historia como debe, que ya sabe que toda comparación es odiosa, y así, no hay para qué comparar a nadie con nadie.

Después de cruzar corredores sombríos, penetraron todos en una especie de sótano con piso terrizo y bóveda de piedra, que, a juzgar por las hileras de cubas adosadas a sus paredes, debía ser bodega; y desde allí llegaron presto a la espaciosa cocina, alumbrada por la claridad del fuego que ardía en el hogar, consumiendo lo que se llama arcaicamente un mediano monte de leña y no es sino varios gruesos cepos de roble, avivados, de tiempo en tiempo, con rama menuda.

Habían sido heridos por las cañas en que se apoyaban, o bien, sin reflexionar, habían metido sus miembros en cepos de los que nadie podía libertarles. En esas tristes circunstancias, comunes a todos nosotros, era imposible que el pensamiento de esos hombres no encontrara algún sitio de reposo, fuera del círculo continuamente trillado de su historia insignificante.