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Con Andrés Bonifacio dió el grito de independencia en Balintauac, Agosto de 1896. Generalísimo del ejército del Norte, combatiendo contra los españoles, fué herido y hecho prisionero , muriendo al año siguiente. Sus conterráneos veneran su memoria. Escribió poesías, principalmente en su lengua vernácula y pocas en castellano. La inserta recuerda Ultimo adiós, de Rizal.

El hombre de confianza, el militar experto, el valiente soldado, el inteligente y decidido patriota que Miranda colocó en el mando de Puerto-Cabello, aquel que habia merecido este cargo delicado y de cuya aptitud para el desempeño no podia dudarse un solo instante, no era otro que el coronel Simon Bolívar, á quien el Generalísimo consideraba como el oficial mas activo y de mas vasta instruccion de todo su ejército.

A él debió éste sus mayores victorias. El generalísimo Ra-Ra fué mi abuelo. Cuando las mujeres hicieron lo que ellas llaman la Verdadera Revolución, mi glorioso ascendiente, á pesar da su vejez y de su historia heroica, fué desterrado á una isla desierta, cerca de la gran barrera de rocas y espumas, creada por los dioses, que nadie se atreve á pasar. Allí murió al poco tiempo.

Y era el orden de batalla: en la vanguardia, seis galeras venecianas; en el cuerno izquierdo iban sesenta galeras, comandadas por el proveedor Barbarigo; Juan Andrea Doria era el general de las sesenta galeras del cuerno derecho, y sesenta y tres galeras formaban el centro de la batalla, llevando en medio de ella la Real, y en ésta el generalísimo don Juan de Austria.

Gillespie seguía mostrando la misma curiosidad en sus ojos, pues las palabras del pigmeo no llegaban á satisfacerla. ¿Y por qué lo persiguen á usted? preguntó . ¿Quiénes son sus enemigos? Ya le he dicho que me llamo Ra-Ra, pero este nombre significa muy poco para el que no conozca la historia de nuestro país. El generalísimo Ra-Ra fué el más importante de los caudillos del emperador Eulame.

Una esperanza indeterminada pero firme emergía sobre sus vacilaciones: el generalísimo era el único que poseía el secreto de los sucesos. Y Desnoyers aprobó, con el entusiasmo ciego que le inspiraban las personas cuando depositaba en ellas su confianza. ¡Joffre!... El caudillo serio y tranquilo lo arreglaría todo finalmente.

Lo que vale es el trabajo de los hombres inteligentes que desean emanciparse de una vida de harén y apelan al estudio como único medio de conseguir la libertad. Hemos encontrado á un octogenario que de joven hizo la guerra con el generalísimo Ra-Ra, mi heroico abuelo. Este anciano conoce el mecanismo de todos los aparatos de combate que se conservan en las universidades.

Comulgado y confesado habían antes de dejar el puerto de Messina todos los que en la armada iban, como si todos hubieran tenido por cierta la muerte en aquella empresa; tan temerosa se aparejaba; que se sabía que el generalísimo turco, Alí-Bajá, comandaba un espantable número de naves, que de cuatrocientas entre grandes y chicas pasaban, y en ellas venían más de ciento veinte mil hombres, turcos, egipcios, africanos; todos feroces, todos corsarios, duros y cruentos, avezados al carnaje y a la matanza, y, como tigres, carniceros.

Asi que lo supo el Generalísimo, propuso á Monteverde, que se hallaba en Valencia, una suspension de hostilidades; pero el general español por toda respuesta se ofreció á concederle una capitulacion; la cual, admitida en principio por Miranda, pronto recibió este las condiciones que, despues de ajustadas, dieron lugar á algunas diferencias.

El 15 de septiembre de 1892, le dirigió una carta al general Máximo Gómez, invitándolo a que aceptara la investidura de encargado supremo del ramo de la guerra, a que «ayudara a organizar dentro y fuera de la isla, el Ejército Libertador que había de poner a Cuba, y a Puerto Rico con ella, en condiciones de realizar con métodos ejecutivos y espíritu republicano su deseo manifiesto y legítimo de independencia». En dicha carta invitaba al generalísimo, a ese nuevo sacrificio, en momentos en que no tenía más remuneración que ofrecerle según sus palabras «que el placer del sacrificio y la ingratitud probable de los hombres»; invitación a la que el general Gómez contestó aceptando, en noble y generosa carta, y a la que Martí correspondió, yendo a visitarlo en Santo Domingo, la República hermana por la gloria y el martirio.