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Actualizado: 30 de abril de 2025


He aquí la tradición sobre Ollantay: Bajo el imperio del Inca Pachacutec, noveno soberano del Cuzco, era Ollantay, curaca de Ollantaytambo, el generalísimo de los ejércitos. Amante correspondido de una de las ñustas o infantas, solicitó de Pachacutec, y como recompensa a importantes servicios, que le acordase la mano de la joven.

No es nuestro ánimo pintar aquí la famosa batalla de Lepanto, ni al propósito de nuestro libro conviene; que el curioso puede verla en las historias que de ella hablan largamente, y con pelos y señales: gran jornada fue, gran gloria alcanzó en ella nuestra patria; que puesto que fueron diversas las naciones que con sus armadas a aquella empresa acudieron, por generalísimo fue nuestro don Juan de Austria, y a su prudencia y a su buen consejo y a su aliento, se debió que aquel grandísimo triunfo se lograse; y más grande fuera, si a todas sus consecuencias se hubiera llegado: a nosotros sólo nos compete decir en el presente libro, cómo fue que nuestro Miguel conquistó en aquella memorable jornada su glorioso apodo de Manco de Lepanto.

Llegó Claudio Molinos, bribón consumado, especie de baratero político que en aquel tiempo alcanzó gran boga, y era, según la voz pública, el galeoto del Gobierno en sus enjuagues de mala ley, y el reclutador y generalísimo de la partida de la porra.

Jurada en 1821 la Independencia del Perú, el Cabildo de Lima pasó al generalísimo don José de San Martín un oficio, por el cual la ciudad le hacía el obsequio del estandarte de Pizarro. Poco antes de morir en Boulogne, este prohombre de la revolución americana hizo testamento, devolviendo a Lima la obsequiada bandera.

Al dia siguiente las tropas españolas penetraban en la Victoria, y tres mas tarde en Carácas, de donde huyeron algunos patriotas con intencion de embarcarse en la Guaira, y entre los que asi se precipitaban, poco seguros del cumplimiento de lo estipulado, figuraba tambien el desgraciado Generalísimo de la efímera Confederacion venezolana. Bolívar se embarca para Curazao. Tirios y Troyanos.

El poder trató de realizarla delegando todas sus facultades en el marqués del Toro, quien rehusó esta distincion; entonces fué puesta la suerte de la santa causa en manos de Miranda; este no tuvo dificultad en admitir el alto cargo y peligrosa confianza con el título de Generalísimo, por juzgarlo menos pretencioso y mas modesto que el de dictador.

De esotra parte cae el Castellar, de los Ramírez y Saavedras, y a la vuelta, Villamanrique, de las Zúñigas , de la gran casa de Béjar, cuyo último malogrado marqués fué Guzmán dos veces Bueno, sobrino del gran Patriarca de las Indias, capellán y limosnero mayor del Rey, cuya generosa piedad se taracea con su oficio y con su sangre, y hermano del gran Duque de Sidonia , cuyo solio es Sanlúcar de Barrameda, corte suya, que está ese río abajo, siendo Narciso del Océano y Generalísimo del Andalucía y de las costas del mar de España, a cuyo bastón y siempre planta vencedora obedece el agua y la tierra, asegurando a su Rey toda su monarquía en aquel promontorio donde asiste , para blasón del mundo.

Fué D. FRANCISCO Consejero de Estado y Guerra, Embajador Real en la Córte de Alemania, cerca del emperador Ferdinando II. Mayordomo Mayor de Doña Isabel Clara Eugenia, Infanta de España, Señora propietaria de los Estados de Flandes, y despues de la muerte de esta Princesa Gobernador de los mismos Estados por el Rey Felipe IV, y Generalísimo de sus Armas, mientras no fué á gobernarlas el Cardenal Infante Don Fernando, hermano del Rey.

Si él quiere volver a embarcarse con su pierna de palo, su brazo roto, su ojo de menos y sus cincuenta heridas, que vaya en buen hora, y Dios quiera que no vuelva a parecer por aquí...; pero no irás, Alonso, no irás, porque estás enfermo y porque has servido bastante al Rey, quien por cierto te ha recompensado muy mal; y yo que , le tiraría a la cara al señor Generalísimo de mar y tierra los galones de capitán de navío que tienes desde hace diez años... A fe que debían haberte hecho almirante cuando menos, que harto lo merecías cuando fuiste a la expedición de África y me trajiste aquellas cuentas azules que, con los collares de los indios, me sirvieron para adornar la.

Yo tengo en mis aficiones más de idealista que de realista; pero ¿cómo he de negar al realismo el derecho de vivir y desarrollarse? Es más: en cierto sentido amplio y generalísimo, soy realista, y todo idealista debe serlo, puesto que lo que él persigue no es otra cosa que la realidad realísima, la verdad ideal, en una palabra, que es la única verdad que se encuentra en este bajo mundo.

Palabra del Dia

hociquea

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