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Yo siempre he estimado a Rudesindo balbució el propietario. ¿Eh? ¿Cómo? ¿Qué decía usted? gritó don Feliciano con triunfal exaltación. Que usted siempre ha estimado mucho a don Rudesindo, ¿verdad, mi queridín? ¿Ha dicho usted eso? , señor. Yo, ¿por qué? dijo el fabricante abriendo ansiosamente los ojos. ¿Tendrías por casualidad deseos de herirle? Ni de hacerle el menor daño.

De vez en cuando se oía el grito de impaciencia de alguno de ellos dirigiéndose al chico: «¡Apunte, niño, no se distraigaAl lado de Gonzalo vino a sentarse don Feliciano Gómez, que comenzó a marearle con su charla bondadosa e insubstancial, dándole a cada instante palmaditas afectuosas en el muslo como tenía por costumbre.

D. Francisco Xavier de Riglos, se dijo: Que se conformaba con el parecer del mismo Exmo. Sr. D. Pascual Ruiz Huidobro. Por el Sr. D. Roman Ramon Diaz, se dijo: Que sigue el Exmo. Sr. Virey, y que en el caso de que por mayoría de votos resulte haber caducado el supremo gobierno, siga asociado del Exmo. Cabildo. Por el Sr. D. Feliciano Antonio Chiclana, se dijo: Que reproduce el voto del Exmo. Sr.

Cabildo. Por el Sr. Brigadier D. Francisco Orduña, se dijo: Que por no estar perdida la España, y porque no se han convocado las demas provincias, es de parecer que siga el Exmo. Sr. Virey en el mando, y que por lo demas no podia dar por ahora su voto. Por el Sr. D. Ramon Balcarce, se dijo: Que se conformaba en todo con el voto del Dr. D. Feliciano Antonio Chiclana. Por el Sr.

Y acomodados en los otros, don Feliciano, don Rudesindo, Navarro, don Jerónimo de la Fuente y algunos varones más de los que seguían la bandera del glorioso Belinchón. Al llegar al medio de la Nozaleda, el Duque mandó hacer alto sorprendido de ver aquella muchedumbre abigarrada ocupando la extensa llanura del prado. Era un hombre de unos cuarenta y seis años.

Juan Formosa, Feliciano Santiesteban, Pastor Pérez y Carlos Tomé, que así se llamaban los cuatro rurales, y el valiente cabo Angulo se han hecho acreedores á una recompensa, y muy particularmente Carlos Tomé, último que se retiró, después de batirse cuerpo á cuerpo con un formidable negro que se había apoderado de la bandera nacional que se guardaba en una de las habitaciones del cuartel, y la cual consiguió rescatar el valeroso guardia.

D. Roman Ramon Diaz; el Sr. Dr. D. Feliciano Antonio Chiclana; el Sr. D. Hipólito Vietes; el Sr. D. Juan José Viamont, Capitan graduado del regimiento fijo de infantería, y Sargento mayor de los batallones primero y segundo de Patricios; el Sr. D. Nicolas Peña, Oficial de blandenguez de estas fronteras; el Sr. D. Juan José Rocha, Escribano público y del número; el Sr.

Obdulia le clavó una mirada colérica; pero templándose súbito, repuso con sonrisa inocente: Usted no tiene nada que envidiarle, don Narciso. ¿Quién no recuerda en la villa los muchos matrimonios que por su mediación están hoy bien avenidos? Sin ir más lejos, todo el mundo sabe que D. Feliciano quería muy poco a D.ª Nieves... y ya ve usted, hoy están como dos pichones.

Y esperando de Vd. tenga un acto de justicia para con nuestras fuerzas que vamos atravesar para nuestro departamento y cruzamos desalmados y sin parques creo tome en consideración por carecer de los elementos indispensables, quedo de Vd. en espera nos reponga. En 28 de mayo de 1912. Feliciano Acosta, Brigadier. Habana, Julio de 1912.

A algunos, a don Rosendo, a don Mateo, a don Pedro Miranda y al alcalde don Roque, ya Gonzalo les había saludado la noche anterior. Pero estaban allí además Gabino Maza, don Feliciano Gómez, el ingeniero francés M. Delaunay, Alvaro Peña, Marín, don Lorenzo, don Agapito y otros cinco o seis señores, que se levantaron para abrazarle.