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De las líquidas serpientes, las de espumosas escamas, los acentos, y las selvas y las fuentes y las hojas y las ramas y los vientos. Al celaje caprichoso que de mil raras visiones formas toma; y al arrullo cariñoso con que alegra a sus pichones la paloma. A la noche, cuyos duelos en su manto de topacios lleva escritos; amaremos a los cielos, amaremos los espacios infinitos.

Don Roque rompe el silencio: De todos modos, no hay duda que don Antonio le abrasó. Le abrasó dice don Juan el Salado. Le abrasó confirma don Benigno. Le abrasó corrobora el señor Anselmo. Le abrasó completamente resume, por fin, don Segis lúgubremente. Lo que alteraba los ánimos una que otra vez, era la cuestión de pichones.

La negra, que traía una mesa ayudada por un lacayuelo, contestó sobre la pregunta de Quevedo: Vuesamercedes almozarán salmón fresco, pollas asadas, pastelones negros, pichones ensopados, tortas de dama... Basta, basta, y aun diré que sobra, aunque tengo un apetito de gigante encantado. Pues sentémonos dijo Dorotea ; ¿y vos, tenéis también apetito?... Está enamorado...

Entretanto, tenemos hoy en Francia á nuestra joven América, que no está contenta sino blasfema un poco después de haber bebido; tenemos amables pichones de bandido, esperanzas del porvenir, que no han tenido padre ni madre, que no tienen patria, que tampoco tienen Dios, pero que parecen el producto bruto de alguna máquina sin entrañas y sin alma, que los ha depositado fortuitamente sobre este globo, para que le sirvan de mediocre ornamento.

Este plato hay que disimularle decía ésta de unos pichones; están un poco quemados... Pero mujer... Hombre, me aparté un momento, ¡y ya sabes lo que son las criadas! ¡Qué lástima que este pavo no haya estado media hora más al fuego! Se puso algo tarde. ¿No les parece a ustedes que está algo ahumado este estofado? ¡Qué quieres! una no puede estar en todo.

En efecto; en el sitio donde torcía la calle, frente a la taberna de Los tres pichones, avanzaba en medio de un corro de muchachos que silbaban, saltaban y gritaban «¡El Rey de Bastos! ¡El Rey de Bastos!», , avanzaba, repito, el más extraño personaje que es posible imaginar: figuraos un hombre de barba y cabellos rojos, el rostro grave, la mirada sombría, la nariz recta, las cejas juntas en medio de la frente, con un círculo de hojalata en la cabeza, con una piel de perro de ganado, de color gris acero y largos pelos, puesta sobre la espalda y las dos patas de delante atadas alrededor del cuello; el pecho cubierto de crucecillas de cobre falso; las piernas vestidas con una especie de calzón de lienzo gris, atado por encima del tobillo, y los pies desnudos.

PICHONES CON ACEITUNAS. Después de limpios y colocados los pichones con aceite, vino blanco, caldo, cebolla y perejil, se tapan y dejan hervir; cuando están a punto se pasa la salsa y se le agregan aceitunas deshuesadas. MENUDILLOS DE PAVO A LA PAISANA. Por menudillos de ave se entiende cuellos, patas, alas, hígados y corazones.

Tuvo el bachiller el envite: quedóse, añadióse al ordinaro un par de pichones, tratóse en la mesa de caballerías, siguióle el humor Carrasco, acabóse el banquete, durmieron la siesta, volvió Sancho y renovóse la plática pasada. Capítulo IV. Donde Sancho Panza satisface al bachiller Sansón Carrasco de sus dudas y preguntas, con otros sucesos dignos de saberse y de contarse

Obdulia le clavó una mirada colérica; pero templándose súbito, repuso con sonrisa inocente: Usted no tiene nada que envidiarle, don Narciso. ¿Quién no recuerda en la villa los muchos matrimonios que por su mediación están hoy bien avenidos? Sin ir más lejos, todo el mundo sabe que D. Feliciano quería muy poco a D.ª Nieves... y ya ve usted, hoy están como dos pichones.

Quiso acercarse a su víctima, pero ésta huía arrastrándose por el sucio aposento donde estaban colocados, como en anaquelería de tienda, los nidos de los pichones. ¡Válgate Dios! Le he roto una pata exclamó con voz temblorosa el hombre.