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Al entrar percibió una temperatura tibia, el aroma de bienestar que esparce la riqueza: los pies se le hundían en mullida alfombra; por orden de Santiago dos criados le despojaron inmediatamente de sus harapos empapados de agua y le pusieron ropa limpia y de abrigo.

¿Y de la beneficencia? le dije. Sea, acepto la palabra para la señora de Bray, porque eso le corresponde exclusivamente. En aquel momento la señora de Bray llegaba acompañada de los niños sofocados, empapados de sudor.

El Padre Cardiel á pocos dias padeció muchos dolores en las junturas de las piernas, de manera que al quinto no podia caminar sin muletas; y no hallando otro remedio, que ponerse en ellas paños empapados en orina: con esto solo y la providencia paternal de Dios pudo proseguir.

No hacía ruido alguno al caer sobre los árboles y plantas del parque; pero aquéllos, empapados ya, al ser heridos por una ráfaga de viento, dejaban escapar multitud de gotas, un verdadero chubasco, que sonaba sobre los caminos con suave y fugaz repiqueteo. Gonzalo se acordó de que no traía arma alguna.

Al entrar percibió una temperatura tibia, el aroma de bienestar que esparce la riqueza: los pies se le hundían en mullida alfombra; por orden de Santiago dos criados le despojaron inmediatamente de sus harapos empapados de agua y le pusieron ropa limpia y de abrigo.

Se majan, después de pasadas por la máquina de rallar, una onza de almendras; se echan al mismo mortero cinco huevos; se trabaja mucho todo, y una vez bien batido se incorpora con el almíbar y las pasas, a las que se habrá echado cinco bizcochos de espuma, éstos empapados en una copita de jerez, y una vez bien revuelto todo, se echa a un molde, y se pone al baño maría.

La noche nos sorprendió jadeantes, empapados en sudor, pero alegres y triunfantes después de dos horas de esfuerzos; y á poco rato el canto melancólico de todos los marineros, hiriendo el eco de las selvas, nos dió una nueva impresion. A las diez de la noche el puente del vapor tenia un aspecto singular.

Neluco, despeado y lacio; y los dos empapados en agua de pies a cabeza, yertos, amoratados de frío... Invadiéronme de nuevo los sobresaltos y las inquietudes, y les pregunté con un miedo horrible a las respuestas: ¿Y don Sabas? Bueno me respondió Neluco con voz empañada. ¿Y Pito Salces? También. ¿Y Pepazos?

Había dejado la capa y el sombrero que estaban empapados en agua, y así, con los brazos cruzados, encorvado, meditabundo, con la cabeza sobre el pecho, tenía algo de terrible. El carcelero introdujo en la habitación á Montiño, y con arreglo á las órdenes que tenía, salió y cerró la puerta. Venid acá, tío Francisco, venid acá le dijo el bufón ; tenemos que hablar mucho y grave.

Los cabellos, antes empapados y pegados a la frente, comenzaban a revolar ligeros en torno de sus sienes; su ropa humeaba aún, pero ya el benéfico calorcillo, penetrándola, le restituía la acostumbrada soltura.