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Moreno y Sánchez se saludaron cortésmente. Ni uno ni otro podían sospechar en aquel momento lo que tal saludo iba a representar en la historia del progreso humano. Cambiadas algunas palabras indiferentes, Sánchez se quiso enterar de lo que Moreno hacía.

Me alegro mucho de que no viváis más en esta ciudad, padre. ¿El Patio de la Linterna es como esta calle? Mi querida hija dijo Silas sonriendo ; no es una calle ancha como ésta. Yo tampoco me sentí nunca a gusto en esta calle grande; pero me gustaba el Patio de la Linterna. Aquí me parece que están cambiadas todas las tiendas; no las reconozco, pero reconoceré la calle porque es la tercera.

Este se desesperaba por no haber hablado ni una vez á solas con su novia, teniendo que contentarse con las rápidas palabras cambiadas al entrar y salir en la casa de su jefe ó con las cartas que llevaba y traía la aña complaciente. Pepita quería que se encontrasen en el jardín, á la vista de la servidumbre, creyendo esto menos censurable que recibir al ingeniero dentro de la casa.

Trabajo mucho con mi padre, y además, me hace tomar lecciones de música y de inglés; no será culpa suya si no llego a ser una mujer como es debido. Sería completamente feliz si la salud de mi querido padre fuese más sólida; pero padece mucho de la gota y hay momentos en que me desespera el no poder aliviarlo. Todas nuestras costumbres de verano han sido cambiadas.

Vivían aparte, y aunque ella encontraba muy dulce esta independencia, no podía menos de sentir una antipatía femenil hacia este marido acomodaticio y poco dado á los celos trágicos. Pero ahora sus ideas parecían cambiadas, y se apresuró á hablar, como si temiese ver en Lubimoff la misma sonrisa que ella dedicaba otras veces al duque. ; fué á la guerra.

No se podía caminar por el buque sin recibir empellones de la gente, golpes de sillas cambiadas de lugar, o enredarse los pies en los montones de telas. Fernando se refugió en el final del paseo que daba sobre la proa, acodándose en la barandilla, junto al bombo y los instrumentos de cobre abandonados por los músicos.

Marchábamos con el corazón agitado, abriéndonos paso por entre los troncos tendidos, verdaderas barreras de un metro de altura que nos era forzoso trepar. No habituado aún el oído al rumor colosal, las palabras cambiadas eran perdidas. De improviso caímos en una pequeña explanada y dimos un grito: las aguas del Salto nos salpicaban el rostro.

Enteramente cambiadas las cosas en el momento de que vamos hablando, Rafaela tenía toda la traza de una dama de muy alto copete, y, sin aparecer orgullosa y soberbia, mostraba cierta dulce majestad y aristocrático decoro. No frecuentaban mucho su casa ni su tertulia las señoronas del país; pero esto le importaba poco y nada hacía para conseguirlo.

Pasarán años sin que esta niebla caiga y se desvanezca, dejando visible el mundo nuevo. ¿Reaparecerá entonces la misma decoración de antaño, con las líneas cambiadas? ¿Habrán resultado inútiles tantos esfuerzos sangrientos para suprimir la violencia, el egoísmo, la ferocidad prehistórica como bases maestras de la sociedad?

Parecía observarlos con particular interés; algo inclinada bien adelante, seria, con la mirada fija, absorbíase por completo en la contemplación de las paradas y réplicas cambiadas entre los adversarios. Pero, sobre todo, era cuando su marido estaba en escena, que se le veía prestar la más profunda atención, tan profunda, que llegaba a contrariar hasta a su propio marido.