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En el año económico de 1872 á 73, se concedieron 34 licencias para el corte de maderas en los montes de Tayabas, cortes que produjeron al Estado 83.865 pesetas.

Cané, con esa redacción a la diable como él mismo la califica se deja arrastrar de su predilección: acaba de decirnos que sólo se ocupa de las personalidades «que ha tenido la suerte de tratar», y sin embargo, su entusiasmo lo lleva a dedicar gran parte del capítulo a Gutiérrez González, poeta notabilísimo, es cierto, pero que murió en Medellín, el 6 de julio de 1872...

Mucho campo tiene para ello el Archipiélago bajo cualquier tema que se le mire. La leyenda, la historia y las costumbres son minas inagotables que constantemente se presentan en el camino del observador. Este libro se escribió en Manila en 1871, haciéndose su primera edición en 1872. Dicha exposición se verificó el año 1866 y de ella publicó el autor de este libro una extensa Memoria.

«Aquí, aquí quiero estar siempre, querido vientecillo. Suéltame, déjame caer» dijo la pluma, desasiéndose de los brazos de su amado conductor, para caer dentro del ataúd. Este se cerró, y el vientecillo, que empezaba á dar revoloteos para sacarla con maña, no pudo conseguirlo, y la pluma quedó dentro. ¿Acabarán con esto tus paseos, oh alma humana? Abril de 1872.

De esta época es mi composición A la Purísima, que leí por primera vez en una sesión celebrada el 8 de Diciembre de 1872, en el altar mayor de Santa María, de Alicante, presidida por el señor obispo de Orihuela, don Pedro María Cubero, la cual poesía despertó un entusiasmo extraordinario.

Butuan, la población más bonita del distrito, situada en el seno de su nombre, con una espaciosa glorieta donde se erigió en 1872 un precioso monumento conmemorativo de la fecha y del lugar donde se celebró la primera misa al arribar los españoles al Archipiélago.

Muchas veces decía: «¡Qué lenguaje el de los números! Desde 1672, cuando aún vivía Carlos II, hasta 1868, el año en que hubo más ajusticiados por delitos políticos fue el 66En 1872 don José era ya revolucionario empedernido, y su ídolo don Juan Prim. «¡Si él viviera repetía con frecuencia no tendríamos guerra civilCuando estuvo arrellanado en el sillón, pidió La Correspondencia.

Lo producido en los años económicos de 1873 á 74, y de 1874 á 75 no lo conocemos, si bien ha de haber aumentado considerablemente, si se tiene en cuenta que solo en el año 1875 se concedieron 61 licencias, es decir, 27 más que el año 1872. Si riqueza hay en los montes, no la hay menos en sus dilatados manchones de vegas y cañadas.

Como no salía de casa, su principal afán era que le compraran periódicos, suplementos, hojas volantes o extraordinarios, que por aquel año de 1872 se publicaban en prodigioso número, y cuantos amigos iban a verle sabían que su conversación favorita era el curso de la guerra, cuyas noticias él comentaba con recuerdos de la campaña del 33 al 40, y de los movimientos militares de entonces, que ahora, en concepto suyo, debían repetirse.

Aquello le parecía unas veces romántico hasta la ridiculez, otros ratos sentía ganas de llorar. Una mañana de la primavera de 1872 ocho o nueve meses antes de aquella cena en que los padres de Pepe hablaron de la próxima llegada de Tirso estaban en San Pascual, de Recoletos, tocando a misa de once.