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Mucho campo tiene para ello el Archipiélago bajo cualquier tema que se le mire. La leyenda, la historia y las costumbres son minas inagotables que constantemente se presentan en el camino del observador. Este libro se escribió en Manila en 1871, haciéndose su primera edición en 1872. Dicha exposición se verificó el año 1866 y de ella publicó el autor de este libro una extensa Memoria.

Dejando a la izquierda el barrio citado poco ha, encuéntrase otro arco sólido pero de poco gusto que da paso al agua que por el acueducto descrito, y siguiendo adelante, cerca ya del cementerio se halla una fuente de un caño sobre del cual se lee: Desde este punto a la mina del Collado se varió la cañería y se colocó de hierro: año 1866.

Porque ya es hora de decir que el marqués de Ulloa auténtico y legal, el que consta en la Guía de forasteros, se paseaba tranquilamente en carretela por la Castellana, durante el invierno de 1866 a 1867, mientras Julián exterminaba correderas en el archivo de los Pazos.

Y nuestras detenciones en todas las fondas, la inalterable sonrisa de los camareros, aquellas redondas caras tudescas ensanchadas, con la servilleta debajo de la barba, ante enormes tajadas de carne en salsa, y el parque real de Stuttgart por el que circulan multitud de carretelas, de galas, de cabalgatas, la música tocando valses y cancanes alrededor de las fuentes, mientras se combatía en Kissingen; cierto que, al acordarme de todo esto y pensar en lo que he visto cuatro años después en ese mismo mes de agosto, esas locomotoras frenéticas corriendo sin saber a dónde, como si la insolación hubiese enloquecido sus calderas, los vagones detenidos en pleno campo de batalla, los carriles cortados, los trenes pasando apuros, Francia mermada de día en día según se hacía más corta la línea férrea del Este, y en todo el trayecto de las abandonadas vías, el hacinamiento siniestro de esas estaciones, solitarias en un país perdido, llenas de heridos olvidados allá como bagajes... creo que aquella guerra de 1866 entre Prusia y los Estados del Sur no era más que una guerra ficticia, y que, a pesar de cuanto nos hayan podido decir, lobo a lobo no se muerde, si estos lobos son germanos.

Doy la fría calma que la doctrina del Buda me proporcione por la agitación y la guerra amorosa que, con las caricias, los rendimientos, los celos, la ausencia y hasta los desdenes de Sidarta, me han perturbado y atormentado. La escena es en la ciudad de Francfort sobre el Mein, 1866 años después de Cristo, y 2488 después de Buda. Habitación del doctor Seelenführer. Es de noche.

Noticia de los cuadros que se hallan colocados en la galería del Museo del Rey, Nuestro Señor, sito en el Prado de esta corte. Con real licencia. Madrid, 1828. Jusepe Martínez. Discursos practicables del nobilísimo arte de la pintura. Madrid, 1866. Sevilla, 1867. Pedro de Madrazo. Discurso pronunciado en la Academia de San Fernando en 20 de Noviembre de 1870. Madrid, 1870. Zarco del Valle.