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La Vizcondesa nos leyó en un periódico un artículo que trataba de un suicidio. ¡Desventurado!... exclamó Cecilia, de un modo que casi parecía una aprobación. ¡Insensato! dijo Enrique, casi despreciativamente. ¿No se explica usted el suicidio? le pregunté con viveza. ¡Nunca! Suicidarse es privarse de una dicha inmensa. ¿Cuál? La de morir por los que se ama.

Así queda seguro el capital y el amo sujeto. Comprendo, comprendo articuló con viveza el Gobernador. Queriendo dar una muestra de su penetración, añadió: Y le conviene sacar diputado al señorito, para disponer de más influencia en el país y poder hacer todo cuanto le acomode....

Bien que se puede creer, no dejaría de ayudar a ello el buen ejemplo de su compañero en la pertinacia Miguel Valls, quien con la asistencia del espiritualísimo Padre Presentado Fray Vicente Pellicer de Santo Domingo, tuvo la dicha de ser el primero, que logró en su casa la intercesión del Santo Patriarca, a ruegos de tan buen hijo, a que ayudaron no poco los demás nombrados asistentes y la actividad del Padre Jaime Custurer de la Compañía de JESUS. Fué de inexplicable consuelo para todos la conversión de este hombre, por lo que podía conducir a confirmar en la Santa Fe a sus compañeros y por el gran concepto, que de él tenían: ya que porque siendo naturalmente elocuente, sabía exprimir mejor la fineza de su conversión, el dolor de sus errores y la viveza de su Fe verdadera.

Algunas, por su donaire, llamaban la atención y lucían la viveza de su ingenio en medio de un grupo que las aplaudía, mientras el pobre hombre víctima de sus burlas, con el rostro encendido y desfigurado por una sonrisa forzada, hacía inútiles esfuerzos por exprimir el ingenio y sacar de él alguna respuesta graciosa.

De súbito, se abrió bruscamente la puerta del gabinete, y apareció Arturo, con un aire de turbación que nunca había visto en él. Señorita le dijo con viveza, tenga usted la bondad de vestirse; vengo a buscarla para ir a las Tullerías. ¿Es posible? , hace un tiempo magnífico, un sol espléndido; todo París está allí.

Sin querer se encumbraba entonces á una filosofía primera y fundamental, y Lucía le escuchaba embebecida, y, como vulgarmente se dice, metía también su cucharada, porque de filosofía habla, en queriendo, y no habla mal, toda persona de imaginación y viveza. En suma, Lucía se iba haciendo una sabia. Mientras más aprendía, más iba creciendo su afición y su empeño de saber.

La pobre Asunción, completamente abatida, no contestó nada; visto lo cual por su amiga, tomó asiento al lado, y la instó con mucha viveza para que le contase lo que la ponía tan triste. Mira, Lola, comenzó con voz temblorosa y casi imperceptible, después que te lo diga ya no me querrás. Lola protestó con una mueca.

Mario se sintió molestado por estas palabras y replicó con viveza: ¿Pero qué tiene que ver con esto el deber de conciencia de que usted hablaba? ¡Ahí verá usted! replicó el presbítero con la misma sonrisa de lástima. Y añadió después de una pausa que se prolongó hasta rayar en la insolencia: Los hombres a quienes la Providencia tiene reservados ciertos destinos, Sr. Costa, no se pertenecen.

Antes de proseguir, el doctor pareció titubear, consultando a su hija con la mirada. ¿Y qué?... preguntó Magdalena, mientras su novio bajaba la cabeza. Amaury seguirá su viaje hasta Nápoles. ¿Cómo es eso? ¿Nos deja? exclamó Magdalena. No, hija mía, porque eso no es dejarnos repuso el doctor, con viveza.

Pero hemos de encontrarle, señora; D. Diego está sano y salvo. Me lo dice el corazón. eres un buen muchacho. Ayúdanos a buscar a mi hijo y te recompensaré. Si parece, yo te prometo que serás su paje cuando se case. ¡Ah, gracias, señora!, muchas gracias contesté con viveza. Eres modesto. ¿Crees que no mereces este honor? Aunque no lo merezcas, yo te lo concedo.