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Digo solo que pensó así y que, en consecuencia de tales premisas, echó allá en su mente la absolución al joven indio. Sacó luego de un cajón de su escritorio la fotografía iluminada y con morosa delectación se puso a contemplarla. Tan embebecida estaba en esto, sentada junto a su bufete, donde había extendido la fotografía, que no vio ni oyó lo que pasaba en torno suyo.

Las montañas mostraban á lo lejos sus faldas de terciopelo verde. Por último abrió el álbum, y tomando el lápiz se puso á dibujar el tronco añoso y retorcido de un árbol cercano. Embebecida en su trabajo no escuchaba el crujir de la hierba que no muy lejos de allí estaban segando.

Ella le miraba embebecida; ora ofreciéndose como una criatura del aire levantada por la onda de las vihuelas; ora evitándole con apicarado temor en algún apresuramiento del ritmo. Su embeleso embriagaba, enloquecía. Un lacayo acababa de abrir las maderas de una ventana, y la niña pasaba ahora, de la sombra a la claridad, como una visión, arrastrando en pos de la bruma de los sahumadores.

Todo el tiempo que le dejan libre sus obligaciones religiosas, y algo más que ella se toma, lo pasa embebecida en el patio donde tenemos nuestro camposanto, y en la huerta cercana. Allí, como en nuestro dormitorio, la idea de su madre absorbe su espíritu. EVARISTA. Dígame otra cosa: ¿Se acuerda de Máximo? ¿Piensa en él?

«¡Albricias! le dijo de buenas a primeras, tomándole las dos manos y apretándoselas mucho . Papá ha tenido una carta del Canónigo... Papá se propone hablar a la marquesa de Aransis. Todo se arreglará... Esto va bien. ¿No lo dije yo?». Isidora quedó tan turbada por esta irrupción brusca de buenas noticias, que no acertó a decir nada. Miraba embebecida a Joaquín.

Estaba embebecida en su pena, diciendo: «Pecar, llámote necesidad y digo la mayor verdad del mundo... Pues no necesitando, ¿qué mujer habrá tan tonta que no desprecie a toda esta canalla de hombres?». Pez, un poco más tierno, díjole que notaba en ella algo de extraño, tristeza, quizás preocupaciones graves. Esta indicación la consideró ella como una feliz coyuntura para decir algo.

Embebecida en esta cavilación llegó al Campo de Guardias, junto al Depósito. Había allí muchos sillares, y sentándose en uno de ellos, empezó a comer dátiles. Siempre que arrojaba un hueso, parecía que lanzaba a la inmensidad del pensar general una idea suya, calentita, como se arroja la chispa al montón de paja para que arda. «Todo va al revés para ... Dios no me hace caso.

Suspenso estaba nuestro Miguel oyendo a su acongojada amante, que en sus hermosos ojos dejaba ver el llanto que a ellos asomaba, como ansioso de correr por aquellas mejillas émulas de la rosa y vencedoras de la azucena; y en tanto la estrechaba las manos entre las suyas, sin que ella pareciese sentirlo, embebecida en la historia de su madre, que era el principio de sus desdichas.

La hija del médico, única persona que podía penetrar hasta allí sin permiso de nadie, había entrado, sin que doña Luz, embebecida en sus devociones, notase su presencia. Doña Manolita contempló, pues, a todo su sabor el ferviente rezo de su amiga y la efusión de suspiros y de lágrimas con que hubo de terminarle.

Cuentan tambien las historias arábigas que cuando Azzahra se vió por primera vez sentada junto á su glorioso dueño en uno de los salones de aquella especie de palacio encantado, estuvo largo tiempo recostada en un ajimez contemplando embebecida la bella perspectiva que desde allí se ofrecia á su vista; é hiriendo de repente su imaginacion el contraste que presentaba la blancura y alegría de las nuevas construcciones con el sombrío cerro que les servia de fondo, esclamó: ¡Mira, y cuán linda parece esta doncella en brazos de ese etíope!