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Actualizado: 2 de julio de 2025
«Compatriotas! se acerca el fausto dia, «De ventura, de paz y de alegria, «De vivir ó morir: «Despues que revolquemos en la tierra «Al tirano feroz, no habrá mas guerra «Y se podrá vivir. «Soldados! un antiguo veterano «Que esta bandera sustentó en su mano, «Os convoca á la lid. «Insensibles sereis á su llamado, «Y al gemido doliente y prolongado «De la Patria infeliz? «Como serlo!
Pero ¿no sabéis que eso es un pecado mortal, que el odio os ciega? ¡Por favor, Simón! No hay odio ni cosa que se le parezca, frailecico mío, repuso jovialmente Simón, mientras el otro veterano miraba sorprendido al doncel. No hay sino una cuestioncilla no terminada á gusto nuestro. ¡Ojo á mi espada, Reno!
El sargento le conocía, y a pesar de que momentos antes había dado de culatazos a todos los que pasaban por la calle con trazas de jornalero, toleraba resignado los brindis del señorito. ¡Adelante, don Luis! decía con tono de ruego. Váyase usted a casa: esta noche no es de alegrías. Bueno... me voy, respetable veterano. Pero antes me bebo otra copa... y otra, tantas como son ustedes.
¡Tarlein! exclamó, daría mil escudos por contemplar mañana la cara de mi hermano Miguel cuando vea que somos dos. ¡Un par de Reyes, nada menos! Y sus alegres carcajadas resonaron de nuevo. Hablando seriamente dijo Tarlein, dudo que sea muy acertada la visita del señor Raséndil a Estrelsau en estos momentos. El Rey encendió un cigarrillo. ¿Y bien, Sarto? preguntó. No debe de ir gruñó el veterano.
Y era bien seguro que el drama se ponía en escena. El veterano de los bastidores ejercía mucho ascendiente con ribetes de miedo sobre empresas y cómicos: cuando se incomodaba ¡tenía una lengua! Si el drama era silbado, protestaba lleno de ira contra el juicio del público y seguía protegiendo con más fuerza al autor.
Todos los novios eran lo mismo; iguales los aldeanos que los señoritos; alguna diferencia en las palabras, y nada más. Sólo sabían decirse tonterías, poniendo en sus voces tanta solemnidad, como si la existencia del mundo dependiese de lo que se dijeran. ¡Ah la juventud!... Y seguía sonriendo con indulgencia de veterano ante el entusiasmo de los dos jóvenes.
Gran parte de aquel día permaneció absorto el buen Roger en la contemplación de los lúcidos escuadrones y compañías que ante él desfilaron, á la vez que escuchaba atento los nombres que citaba y los interesantes comentarios que hacía el veterano Simón, hasta que los últimos hombres de armas hubieron desaparecido en los profundos desfiladeros de Roncesvalles, con dirección á los llanos de Navarra.
Á fe mía, que más entiendo yo de manejar la espada y la pica que el arco, dijo Reno, pero he llevado tantos años entre arqueros que recuerdo haber presenciado prodigios. Buenos tiradores hay aquí, pero no como algunos que recuerdo. ¿Ves aquello? preguntó Yonson al veterano, extendiendo el brazo hacia una bombarda que á no gran distancia se alzaba sobre su poco airosa cureña.
Renováronse entonces los abrazos, que el barón y el veterano no tardaron en devolver con creces, poseídos de inmensa alegría. Durante el viaje de regreso oyeron sus amigos el relato de sus portentosas aventuras.
¿Dónde dijo el capitán que le encontraríamos? preguntó á la sazón el veterano arquero, volviéndose hacia Roger y sacándolo de sus meditaciones. En Marmande ó Aiguillón, y añadió que no había extravío posible porque desde Burdeos hasta los dos pueblos nombrados no hay otro camino que éste que seguimos. Y que yo conozco como la palma de mi mano, dijo Simón.
Palabra del Dia
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