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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Pronto trocó Cervantes su vida pacífica en la casa del prelado por la agitada de la milicia, pues si las armas, como él decía, ennoblecen á todos, realzan más principalmente á los de ilustre prosapia. Sentó, pues, plaza en los tercios españoles, que ocupaban entonces la Italia, residiendo de ordinario en Nápoles.

Al verle, todo aquel valor homérico de que dio pruebas en la altura, se trocó en llanto de desconsuelo, cosa natural en chicos, cuya rabia se deshiela en lágrimas, y haciendo pucheros que desfiguraban su hermosura, exclamó: «Picos..., mi sombrero... Yo soy Plim.». En vez de llorar, el desvergonzado Zarapicos se echó a reír como un sátiro.

Era como perla que se esconde en un muladar. Ella me amó con el fervor y la ternura que hubiera yo querido hallar para en el corazón de alguna gran señora o de alguna princesa. Y yo gocé mal de aquel amor sin llegar a comprenderle, y le desprecié y me harté de él después de haberle gozado. La plebeya ruindad de mi enamorada trocó mi afecto y mi gratitud en vergüenza.

Al poco tiempo, o sea el 21 de febrero de 1819, se ve que la obediencia de Cesarina se trocó en verdadera felicidad, al menos en apariencia. Domingo, 21 de febrero de 1819. El día 17 hemos llegado a Chambery; están los caminos intransitables y hemos hecho el viaje en largas jornadas. La mayor parte de la familia nos esperaba con impaciencia; hemos sido recibidos como príncipes.

A medida que nos acercábamos, las formas de aquel coloso iban aumentando, y cuando la lancha se puso al costado, confundida en el espacio de mar donde se proyectaba, cual en negro y horrible cristal, la sombra del navío; cuando vi cómo se sumergía el inmóvil casco en el agua sombría que azotaba suavemente los costados; cuando alcé la vista y vi las tres filas de cañones asomando sus bocas amenazadoras por las portas, mi entusiasmo se trocó en miedo, púseme pálido, y quedé sin movimiento asido al brazo de mi amo.

El círculo terminal de la cuerda cayó sobre el joven, estrechándose hasta sujetarlo por mitad de sus brazos, y un ligero tirón le hizo vacilar en su asiento. Miró enfurecido en torno é hizo un ademán para defenderse; pero su cólera se trocó en risueña sorpresa al mismo tiempo que llegaba á sus oídos una carcajada fresca é insolente.

Y es claro, en cuanto quedaron sueltos los broches, el álbum se abrió solito por las páginas entre las cuales estaba el contrabando que pensaba Leto escamotear al ir pasando las hojas con la mano libre. La palidez del pobre mozo se trocó en carmín subidísimo. Nieves le miró entonces con una sonrisilla muy picante.

Para abrazarme a mi ídolo le derribé del altar, y cuando le vi por tierra, me llené de orgullo, y la adoración se trocó en desprecio, y le pisoteé en lugar de recibir con júbilo y con vehemente gratitud su beso. »En fin, más vale que haya sucedido todo como ha sucedido. Dios tenga piedad de y perdone mis culpas. Conozco que se acerca la hora en que me llamará Dios a su tremendo tribunal.

Entre tanto, y todo esto fue en menos tiempo que el que yo empleo en decirlo, la mencionada mano libre se hizo atrevida; pero contra todo atrevimiento son valladar y estorbo los bríos del alma, y estos valieron bien a la gallarda vencedora. Al sentir el insolente contacto, el rubor tino sus mejillas; brillaron como ascuas sus ojos, la ira trocó en espantosa su linda cara.

¡Hombre, muy hermoso!... No sabía yo que en Constantinopla hubiese un templo semejante. ¡Qué columnas tan preciosas! ¡qué columnas!... Vea V., D. Facundo, vea V. dijo Romillo quitándoselo al coronel y poniéndoselo delante al boticario. Al mismo tiempo apretó un resorte que el aparato tenía, y trocó la vista del templo por la de una figura obscena.

Palabra del Dia

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