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Actualizado: 6 de junio de 2025


Os acercáis, y un criado desciende la escalera al punto y os invita con la mayor atención á visitar la casa, aunque la familia esté presente. Yo había visto espléndidos palacios y suntuosos hoteles en Francia, en Inglaterra, en Barcelona y Madrid; pero no tenia idea de casas tan preciosas, tan romanescamente orientales como las que visité en Cádiz y Sevilla.

Al dar á luz en el tomo segundo de la BIBLIOTECA HISPANO-ULTRAMARINA el TERCERO LIBRO DE LAS GUERRAS CIVILES DEL PERÚ, el cual se llama LA GUERRA DE QUITO, hecho por Pedro de Cieza de Leon, uno de los que componen la Cuarta parte de su gran CRÓNICA DEL PERÚ, expuse en largo prólogo cuanto sabia de este insigne historiador y se me alcanzaba de sus obras; pero además, dediqué por completo el apéndice 6.º de mi edicion á la Segunda parte de aquélla, que hoy publico con el título que Cieza anunciaba en el Proemio de la Primera, al declarar que en la Segunda trataria "Del señorío de los ingas yupangues, reyes antiguos que fueron del Perú, y de sus grandes hechos y gobernacion; qué número dellos hubo, y los nombres que tuvieron; los templos tan soberbios y suntuosos que edificaron; caminos de extraña grandeza que hicieron y otras cosas grandes que en este reino se hallan.

Sería en vano buscar en ellas los suntuosos edificios de Buenos Aires o Santiago de Chile; al mismo tiempo que las conmociones humanas han impedido el desarrollo material, los sacudimientos intermitentes de la tierra, temblando a cada borrasca que agita las venas de la montaña, hacen imposibles las construcciones vastas y sólidas.

Desde que existe la civilización, la música es el accesorio obligado de los festines. ¿Á que vas á pedir tziganes? Mira el cuadro de las bodas de Caná. Allí ves músicos que rascan las cuerdas en trajes suntuosos mientras los convidados vacían las ánforas en las que el agua se ha convertido en vino. Aquellos son los tziganes de ese tiempo. ¿Se iban ya entonces con ellos las princesas?

Sube conmigo á esa enhiesta torre y mira á tu alrededor: á tus piés un gigantesco templo; á tu frente un caudaloso rio, ya despojado de las frondosas alamedas de sus orillas; á tu derecha tristes reliquias de suntuosos alcázares derruidos; á tu izquierda una dilatada y heterogénea aglomeracion de edificios de todas las épocas, partidos en dos grandes secciones por una larga y anchurosa via que marca las sinuosidades de una antigua muralla divisoria, en la que descuellan á trechos algunos torreones mutilados, últimos centinelas heridos de una hueste esterminada.

Te haré un armario de mármol... digo un panteón para la ropa... no, haré un magnífico lavabo y una consola... Y a Candidita le voy a hacer también un mueble... De herramientas estoy tal cual... Pero me procuraré otras... o me las prestará el contratista de las obras de La Granja...». Hablando de esto, metió su cucharada la viuda, diciendo al artista que ella le podría suministrar para su trabajo los modelos más suntuosos y elegantes.

¡Bien puedes decirlo! repuso Reynoso con franca sonrisa . El cielo me destinaba para pobre. No me agradan los alimentos de los ricos, no me agradan los colchones de pluma, no me agradan los muebles suntuosos. Una camita blanca sin cortinas, unas sillas de rejilla, una mesa de pino, y leche y judías a pasto... ¡he aquí mi felicidad!

De los príncipes alemanes, algunos viven á expensas de los viajeros, gracias á los pasaportes, las propinas que es preciso pagar por visitar innumerables palacios, museos y otros edificios curiosas; y otros no tienen escrúpulo en especular con los vicios y la vanidad, poniendo en arrendamiento grandes garitos europeos que, por ser suntuosos y hasta cierto punto aristocráticos, no dejan de ser garitos públicos.

Vense en las paredes blasones de brillantes tintas, sobre suntuosos sepulcros, en que duermen el sueño del mármol arzobispos y condestables, príncipes y guerreros, empuñando báculos ó espadas. Los perros y leoncillos en que apoyan sus pies, parecen prestar atento oído á todo rumor que en el templo suena.

Lo primero que se presenta a la vista son los templos; éstos, aunque no guardan regularidad en su arquitectura y son de poca duración, atendiendo a la pobreza de los pueblos y la de sus naturales, son muy suntuosos y están bien adornados interiormente de retablos, los más de ellos muy toscos, y todos dorados, y los bustos de los santos que ocupan sus nichos pocos son los que hay de buena escultura.

Palabra del Dia

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