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Actualizado: 1 de junio de 2025
Pero dejémosle aquí, que no faltará quien le socorra, o si no, sufra y calle el que se atreve a más de a lo que sus fuerzas le prometen, y volvámonos atrás cincuenta pasos, a ver qué fue lo que don Luis respondió al oidor, que le dejamos aparte, preguntándole la causa de su venida a pie y de tan vil traje vestido.
Otra, la 14, parte II, A un gentil hombre veneciano, expresa: «Suplico á V. Sria. se esfuerce a estar bueno para mañana, que le iré a tomar en el coche, y pues V. Sria. me ha hecho alcahuete de su negocio, sufra que lo sea del gusto de nuestro amigo, que debe querer regalarnos en su casa, adonde entiendo que concurren algunas damas á lo mismo; a lo menos nos llevaremos la recreacion de la vista y sacaremos la boca dulce de las salutaciones desta tierra, que si en Italia y en España saludan con, beso las manos, de palabra, acá con beso la boca, de obra; y V. Sria. sentirá qui vir sies, y yo quizá me menearé en el sepulcro deste ruin pellejo, donde vivo sepultado, y por ruin que es, y la fortuna mia, no queria salir dél tan presto.
Si eres el sol de nuestra Pöesía, Viva más que él tu aplauso eternizado, Y pues un vivir solo es limitado, No te estreches al término de un día. Hoy junta en el deleite la enseñanza Tu ingenio, a quien el tiempo no consuma, Pues también viene a ser aplauso suyo. Y sufra la modestia esta alabanza A quien, por parecer más hijo tuyo Quisiera ser un rasgo de tu pluma.
«En cuanto a doña Leonor Michel, receptora de especies furtivas, la condeno a que sufra cincuenta azotes, que le darán en su prisión de mano del verdugo, y a ser rapada la cabeza y cejas, y después de pasada tres veces por la horca, será conducida al real beaterio de Amparadas de la Concepción de esta ciudad a servir en los oficios más bajos y viles de la casa, reencargándola a la madre superiora para que la mantenga con la mayor custodia y precaución, ínterin se presenta ocasión de navío que salga para la plaza de Valdivia, adonde será trasladada en partida de registro a vivir en unión de su marido, y se mantendrá perpetuamente en dicha plaza.
Vendrán luego numerosos casos que no se comprenden en él; nada importa: con este objeto se halla concebido en términos generales y confusos ó ininteligibles, para que interpretándose de mil maneras diferentes, sufra en su fondo todas las excepciones que se quiera sin perder nada de su prestigiosa reputacion.
Ahora, según parece, soy mal mirado por el gobierno, y el Padre de los Maestros desea quitarme mi cátedra para dársela á ese intrigantuelo cruel que le sirve á usted de traductor.... »Pero no hablemos de mí. Estoy dispuesto á aceptar como un placer todo lo que sufra por usted. Ya conoce mis sentimientos. Hablemos de su persona, pues para eso he venido.
Lo que estoy es ridículo espetándole á usted un discurso sobre el dúo de una ópera repuso él sonriendo y calmándose repentinamente. Nada de eso; habla usted perfectamente, y sobre todo, el calor con que se expresa prueba que tiene usted un corazón sensible. Lo cual es una desgracia, condesa. No lo crea usted. Aunque se sufra mucho, vale más sentir que no sentir.
Cuando te veo en los salones tan perfumado y elegante, hecho un dije de reloj, ¡no sabes lo que daría por achucharte, por chafarte la camisa, por meter las manos entre esos pelos tan rizaditos y engomados ¡simploncillo! y ponerlos tiesos como un escoba! Eres tonto de remate; como sabes que eres guapo no hay quien te sufra...» Al fin Miguel halló el medio de reconciliarse con su madrastra.
Resígnese y sufra, y no pretenda que la ayude nadie a enmendar los decretos de Dios. » ¡Mujer, mujer! exclamó aquí el bueno del marido , ¡caridad siquiera! » ¡Oh!, déjela usted decir, que no me duele por lo que de ello me toca: eso y más merezco. «Quien la hizo, que la pague»: ha dicho muy bien esta señora; nada más justo.
A mi ver, sería bueno y provechoso decidir en el primer gran Congreso diplomático que haya, que esa protección del súbdito en país extranjero no la ejerza ninguna potencia cristiana y culta, sino cuando dicho súbdito vaya á vivir á un país bárbaro ó resida en él, y que, si reside en un país culto y cristiano, como el país de que procede, se someta á las leyes, usos y costumbres del país de su nueva residencia, sufra las molestias y se exponga á los peligros que allí sufren ó á que allí se exponen los demás, y reclame contra cualquier agravio ó daño, no por la vía diplomática, sino por los medios y recursos que le preste la legislación del país adonde voluntariamente ha ido.
Palabra del Dia
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