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A otro día tuvimos provisión de agua y pescado, y encontrándonos con dos cristianos que llevaban el altar portátil del P. Zea, nos encaminaron allá. Cuáles fuesen las salutaciones y alegrías de estos dos apostólicos Misioneros al verse juntos, después de tantos trabajos, no lo podemos explicar; porque más hablaban con los ojos y con los suspiros que con la lengua.

Luego fué derramando una lluvia de pétalos por toda la superficie del túmulo, grave y ceñuda, como si cumpliese un rito religioso, acompañando la ofrenda con salutaciones de su pensamiento: «A ti, que tanto amaste la vida por sus bellezas y sus sensualismos... A ti, que supiste hacerte amar de las mujeres...» Lloraba mentalmente su recuerdo con tanta admiración como dolor.

Ambos sonreían haciendo muecas y contorsiones como monos amaestrados. Barragán se había puesto muy pálido y les miraba con ojos de extravío sin responder a sus repetidas salutaciones. Doña Mónica estupefacta les miraba a unos y a otros olfateando un misterio y no se decidía a salir de la habitación.

Mientras duraron las salutaciones, D. Narciso, que estaba arrimado de espaldas al piano, no quitó los ojos de su compañero, unos ojos donde se leían claramente la aversión y el recelo. Sin que el P. Gil la provocara ni aun se diera bien cuenta de ella, existía viva rivalidad entre él y D. Narciso, a quien había arrancado más de la mitad de las hijas de confesión.

En su soledad, se recrearía discurriendo muy a sus anchas por la estufa, admirando las galanas flores tropicales, y aspirando sus embriagadoras fragancias. Fuese Ponte Delgado, despidiéndose con afectuosas salutaciones y sonrisas tristes, y tras él Benina, que apresuró el paso para alcanzarle en el portal o en la calle, deseosa de echar con él un parrafito.

Cerraban las filas el Señor Don Gaspar de Puig de Orfila, Alguacil mayor con su vara alta y Don Manuel Jiménez de Soto mayor, Secretario más antiguo; quien después de subidos al tablado de la plaza y de las salutaciones recíprocas, hizo en voz la entrega de parte del Tribunal y dió nota de los Reos en papel.

Hecha mi oferta, me dijo Tintay que aquella noche me esperaba, pues se iba á conversar de la funcia. Más exacto que un cronómetro, me presenté en la casa de Tintay, quien tanto ella como su marido me recibieron con grandes muestras de contento. Después del consabido siente V. primero, frase en que el indio condensa y sintetiza todas nuestras salutaciones, me hice cargo de cuanto me rodeaba.

De paso diré á V. Sria. lo que se me ha ofrescido a la consideracion, de la causa de este modo de salutaciones, y porque no se use entre los nuestros; y no hallo otras, sino que la frialdad destas provincias ha menester mas fuego que el ordinario para moverse, y que el calor de mi tierra y otras tales no lo sufriria; antes seria ocasion de mil incendios y desconciertos; a lo menos, de que a pocas salutaciones se hallasen las damas sin labios, como el perro de Alcibiades, y sin lengua los hombres, en venganza

Otra, la 14, parte II, A un gentil hombre veneciano, expresa: «Suplico á V. Sria. se esfuerce a estar bueno para mañana, que le iré a tomar en el coche, y pues V. Sria. me ha hecho alcahuete de su negocio, sufra que lo sea del gusto de nuestro amigo, que debe querer regalarnos en su casa, adonde entiendo que concurren algunas damas á lo mismo; a lo menos nos llevaremos la recreacion de la vista y sacaremos la boca dulce de las salutaciones desta tierra, que si en Italia y en España saludan con, beso las manos, de palabra, acá con beso la boca, de obra; y V. Sria. sentirá qui vir sies, y yo quizá me menearé en el sepulcro deste ruin pellejo, donde vivo sepultado, y por ruin que es, y la fortuna mia, no queria salir dél tan presto.

Ir veinte ó treinta caballeros honrados acompañando en Tayabas, por ejemplo, al Alcalde, encontrar á quinientos indios, en el camino, y á buen seguro que no oiréis ni á uno solo emplear el plural en sus salutaciones. Se quitará el sombrero, se inclinará ante el Alcalde, y solo dirá magandang hapon , es decir, buenas tardes, señor. El Señor, en este caso, es el castila.