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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Luego fué derramando una lluvia de pétalos por toda la superficie del túmulo, grave y ceñuda, como si cumpliese un rito religioso, acompañando la ofrenda con salutaciones de su pensamiento: «A ti, que tanto amaste la vida por sus bellezas y sus sensualismos... A ti, que supiste hacerte amar de las mujeres...» Lloraba mentalmente su recuerdo con tanta admiración como dolor.
Tú, que amaste en otro tiempo a un hombre hasta la locura, ¿qué sientes por mí? ¿No me he engañado? ¿Realmente me quieres...? Sagrario seguía llorando, con la cabeza baja, como si no osase mirar a Luna.
37 por tanto, he aquí que yo junto todos tus enamorados con los cuales tomaste placer, y todos los que amaste, con todos los que aborreciste; y los reuniré contra ti alrededor, y les descubriré tu vergüenza, y verán toda tu desnudez.
19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto u ofrenda del todo quemada; entonces ofrecerán sobre tu altar becerros. 2 Agravios maquina tu lengua; como navaja amolada hace engaño. 3 Amaste el mal más que el bien; la mentira más que hablar justicia. 4 Has amado toda suerte de palabras perniciosas, engañosa lengua.
El Gran Capitán comprendió y aplaudió el orgullo de su parienta; pero su mismo aplauso hizo brotar en su alma otro orgullo muy parecido. Gonzalo Fernández de Córdoba no supo contenerse, y dijo a doña Beatriz: Yo admiro la perspicacia de vidente y la fe profunda y la esperanza certera con que amaste y detuviste al inspirado piloto. Pero perdona mi vanidad.
Te amé y te di mi corazón; me amaste, y al oír de tus labios que me amabas se disiparon las tinieblas de mi vida; se iluminó mi alma con los esplendores de la tuya, y anhelé ser bueno porque tú eras buena; quiso tener resignación como tú, y la tuve; y el que poco antes deseaba morir, amó la vida, y soñó con dichas y felicidades, no esas que tú supones, sino otras verdaderas, humildes... un hogar modesto y tranquilo, ni envidiado ni envidioso, del cual tú fueras alegría.
He sufrido tanto, sufro todavia tan cruelmente imirame! ila muerte no te ha cambiado tanto, como yo debo parecerlo a tu vista! tu me amaste demasiado tiernamente y mi amor era digno del tuyo. No hemos nacido para atormentarnos uno y otro de este modo por culpable que haya sido nuestro amor.
Me creiste brahman, nababo, príncipe de la India o cosa por el estilo; y, no puedes negarlo, me amaste entonces. ¿Hay nada más irracional, ni más absurdo que tu desamor y tu furor de ahora, porque sabes que, en vez de ser brahman, soy israelita?
Palabra del Dia
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