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Actualizado: 26 de julio de 2025


Aunque hablaba bien el inglés, su manera de hablar en español y francés revelaba el acento del alemán meridional, como su fisonomía revelaba al israelita. Nosotros teníamos nuestros motivos para creer que pertenecía á la raza industrial de otro compañero de diligencia, comisionista hordelés que charlaba hasta por los bolsillos, sin perjuicio de los codos.

Son cual la luz bendita De la columna ardiente Del pueblo Israelita; La estrella reluciente Cuyos reflejos vagos, A los tres Reyes Magos Condujo hasta el Señor. Vendrán horas serenas Que vuelen en pedazos Las últimas cadenas Que amarran nuestros brazos, Alzando los escudos Que con brazos membrudos Vuestro aliento elevó.

Aunque Damián de Goes había dicho al Rey los nombres de los dos aventureros castellanos que habían tomado la defensa del ilustre filósofo israelita, el Rey, por distracción fingida o verdadera, y acaso por estar depriesa, no les dirigió la palabra y aparentó no fijar la atención en ellos.

Vendíalo todo un israelita no mal parecido, ojinegro y cetrino mucho, con su fez árabe encarnado sucio, y sus pantalones bombachos; dulce, insinuante, levantino en todo, chapurreador de muchas lenguas y buen hablador de la castellana, que manejaba con soltura, incurriendo sólo en algún arcaísmo de vez en cuando.

Con el pañuelo se secaba el llanto, pero se restregaba el pañuelo con violencia por las mejillas y por los labios, como si quisiese arrancarse la piel y los besos que en ella había estampado el príncipe indio, convertido ya en chamarilero israelita. Luego que Poldy consiguió sosegarse un poco, cayó en muda y honda melancolía. Nada dijo a su hermano ni a su aya.

Me creiste brahman, nababo, príncipe de la India o cosa por el estilo; y, no puedes negarlo, me amaste entonces. ¿Hay nada más irracional, ni más absurdo que tu desamor y tu furor de ahora, porque sabes que, en vez de ser brahman, soy israelita?

Don Joselito, maestro de primeras letras, verboso y entusiasta, que presidía el comité del distrito, era un joven de origen israelita que llevaba a la lucha política el ardor de los Macabeos y estaba satisfecho de su morena fealdad picada de viruelas, porque le daba cierta semejanza con Dantón. El Nacional oíale siempre con la boca abierta.

Varones cristianos arrastrados a la guerra por sus trampas; los míseros terrenos de su señorío empeñados en manos del israelita; y con ellos un tropel de jinetes con cascos alados y cimeras espantables de dragón; aventureros que hablaban diversas lenguas, soldados errantes en busca de la rapiña y el saqueo bajo la cruz; «lo peor de cada casa», que apoderándose del inmenso jardín, se instalaban en los palacios, y se convertían en condes y marqueses para guardar con sus espadas al rey aragonés aquella tierra privilegiada que los vencidos seguirían fecundando con su sudor.

Pero al ménos el israelita tiene seguridad en su culto, su industria, su persona y su propiedad, el dinero le ha servido para emanciparse civilmente en Alemania como en Inglaterra y otros países, y la nocion de la justicia ha hecho grandes progresos respecto de esa raza perseguida, tan laboriosa como perseverante.

El español y el italiano, el israelita y el moro, el inglés y el extranjero de cualquier pais, todos son igualmente libres, se toleran en su religion y sus costumbres y viven fraternalmente.

Palabra del Dia

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