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Actualizado: 26 de octubre de 2025


Don Eleazar era ante todo un especulador; en su casa de comercio no se compraba ni se vendía sino papeles de Bolsa. De cuando en cuando, para variar, solía comprar algún gran pleito, y con la paciencia y la tenacidad de un israelita perseguía su gestión por todas las instancias, hasta liquidar y desenredar la madeja litigiosa a fuerza de dinero y de procuradores traviesos y experimentados.

Era este pueblo el israelita, que valió, importó é influyó más que los muslimes en la civilización del mundo, floreciendo y mostrando tal actividad en España por su saber, que bien podemos jactarnos de ello como de una gloria.

Admireme sobremanera al reconocer en los dos prestamistas que dirigían toda aquella máquina, a dos personas que mucho de las sociedades conocía, y de quien nunca hubiera presumido que pelecharan con aquel comercio; avergonzáronse ellos algún tanto de hallarse sorprendidos en tal ocupación, y fulminaron una mirada de éstas que llevan en una larga reconvención sobre el israelita que de aquella manera había comprometido su buen nombre introduciendo profanos, no iniciados, en el santuario de sus misterios.

"Con la mayor urbanidad y atencion que se debe al trato humano, hago esta á Vds. como Gobernador electo para estas provincias, en nombre de S.M.D. José Gabriel Tupac-Amaru, Rey Inca de este vasto vireinato del Perú, y hablando con Vds. en calidad de embajador suyo, digo: Que el fin á que he venido á esta provincia, y escribo esta, es, para saber el parecer y dictámen de sus voluntades en asunto á vasallaje, del que tomándoles el consentimiento, quisiera que Vds. deliberáran el partido á que se inclinan, y me avisarán su dictámen: esto es, si se conforman á ser vasallos debajo de las banderas de dicho Monarca, cuya piedad y clemencia no propende á otra cosa que á la conservacion, pacífica tranquilidad y alivio de todos los paisanos, así naturales como españoles y mestizos criollos, y otros sugetos de cualquier calidad ó condicion, nacidos en nuestras tierras, sacándolos del gravámen y yugo pesado que hasta el dia nos ha tenido debajo de su peso tan oprimidos, mediantes el gobierno tirano de España, con sus pechos insoportables, que no parecia otra cosa que una servidumbre de total esclavitud, á semejanza del cautiverio de Babilonia, en donde el pueblo de Dios Israelita, gemia.

Entonces saltó como agitado por un resorte, colérico y terrible, como si toda su raza hubiese de hablar por boca de él, y se confesó israelita con una candidez que nos arrancó á todos una explosión de risas.

Y consignó uno de aquellos, que «en una de las sesiones oratorias, le sirvió de tema el pueblo de Israel, y con lenguaje expresivo y sublime enarró las maravillas de aquel pueblo excepcional»: que no era posible decir cosas más hermosas y poéticas, pero «que cuando el orador se consideró en la cumbre del monte Nebo y presentó al pueblo israelita y a Moisés contemplando la tierra prometida, su elocuencia fue nueva, sorprendente, y lo sublime parecía poco ante aquel espíritu transfigurado por el pudor cuasi divino de las ideas». Fue en Venezuela que dijo, hablando de la independencia de América: «El poema de 1810 está incompleto y yo quise escribir su última estrofa». Luego Martí, no pudiendo amoldarse a las exigencias del Gobierno de aquella República, del cual era entonces Presidente el general Guzmán Blanco, salió de allí, despidiéndose en una carta bellísima de los venezolanos que amó.

Están convencidos de que sus hijas van a ganar miles de duros en ese comercio. La leyenda de la Raquel, israelita, millonaria y cómica, se ha extendido ya mucho entre los judíos del Oriente. No hay nada más cómico y enternecedor que esas dos jóvenes judías en las tablas. Están atemorizadas en un rincón del escenario, empolvadas, pintadas, despechugadas y tiesas. Tienen frío, se avergüenzan.

Palabra del Dia

aprietes

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