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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Esta enfermedad del demonio me ha echado cadenas y grillos; pero yo sanaré, con mil rábanos, sanará, y te juro que no habrá quien me sufra. ¿Has oído bien? no habrá quien me aguante.... Las bromas que yo gasto pasan por barbaridades en el mundo.... No me busques, pues, y yo te prometo que no te buscaré. Es todo lo que puedo hacer. Diciendo esto le señaló la puerta.
Lo que debes evitar, ante todo, es que tu padre sufra las consecuencias; y figúrate la pena que le ocasionarías disputando con Tirso. Entonces, ¿voy a cruzarme de brazos? No: debes reflexionar mucho lo que hagas; y... vaya, chico, no pensaba contarte nada; pero ya que hablamos de esto, allá va: estoy seguro de que te harás cargo de mi situación.
No llore más, hija mía... ¡Cristo del Grao! ¡llorar una señora tan guapa, que puede encontrar los novios á docenas!... Créame: busque á otro; el mundo está lleno de hombres sin ocupación... Y siempre que sufra un disgusto, acuda á mi cordial... Voy á darle la receta.
Estaba triste, después de los primeros asombros del viaje, y, al oírla suspirar debajo de su gran velo echado y murmurar palabras ahogadas que parecían quejas o plegarias, la compadecía con todo mi corazón. Hubiera querido mecerla en mis rodillas y consolarla con palabras acariciadoras como a un niño a quien se duerme para que no sufra.
Debiera caérsete la cara de vergüenza, ¿y vienes con arrumacos?... Me tienes tan harta, ¡tan harta! que milagro será que sufra tus sandeces mucho tiempo... El guapo se irguió entonces con arrogancia y respondió fríamente: ¿Es de veras eso? ¡Y tan de veras! exclamó ella mirándole con ojos de indignación.
Lo irreparable de la condenacion del inocente, lo repugnante y horroroso del suplicio, aun cuando lo sufra el verdadero culpable, la inutilidad de tal castigo para extirpar ni disminuir el crímen, todo está pintado con vivos colores, con pinceladas magníficas; todo realzado con descripciones patéticas, con anécdotas que hacen estremecer.
Que no sepa aquí en qué mundo ha nacido, ni cómo es ese mundo, ni qué vida hacen las gentes en él. Búsquenla para amigas y compañeras las niñas más humildes de nacimiento y de carácter; no para que ella se crezca a su lado, sino para que sufra el contagio de sus pensamientos y de sus obras, hasta que las imite y las iguale.
Que me conceda un poco de amistad, será todo lo que yo merezca. Que me sufra en su casa como a un padre y yo encontraré en un rincón de mi corazón sentimientos paternales. Ella es desgraciada, llora el abandono de Villanera; yo la consolaré. La esperanza de volver a verla le producía fiebre.
Pero mi hermano, mi hermano mayor querido me perdona ¿verdad? Y si necesita pruebas, si quiere que sufra penitencias, hable, mande, verá como obedezco. Mas no extraño haber querido tanto tiempo lo que la Santa declara haber querido también «concertar vida espiritual y contentos y gustos y pasatiempos sensuales». Ahora esto se acabó. Usted dirá por dónde hemos de ir; yo iré ciega.
Si está de moda embutir en las novelas todas estas cosas, la novela gustará mientras la moda dure, tal es el poder de la moda; pero pasada ésta, no habrá ser humano que sufra la novela docente.
Palabra del Dia
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