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Actualizado: 12 de mayo de 2025
El atalayero nos gritó que no fuéramos directamente hacia donde había zozobrado la lancha, sino dando la vuelta. Así lo hicimos. Realmente la tormenta era ruda; pero manejable; el viento soplaba siempre del mismo lado, sin cambiar apenas. El bote saltaba como un delfín sobre las olas.
Otras veces, en otoño, Marcos tendía unas redes sobre la maleza, en las que cogía los zorzales que acudían al engaño; por último, la torre le servía también de leñera. ¡Cuántas veces Hexe-Baizel, cuando el viento norte soplaba con tal rigor que parecía arrancar la piel a los bueyes, y cuando el ruido, el crujir de las ramas y el lamento agudo de los bosques de alrededor subían a las alturas como el clamor del mar embravecido, cuántas veces Hexe-Baizel había estado a punto de ser arrebatada por el huracán hasta la montaña de Kilberi, que se halla enfrente!
Además, le pareció un digno final de su hazaña ofrecer á los enemigos, si es que le seguían, la ocasión favorable de atacarle en los muelles desiertos. El demonio de la soberbia soplaba en sus orejas: «Así verán que no les tienes miedo.» Y marchó resueltamente hacia el puerto, pasando sobre rieles de ferrocarril, contorneando los muros de largos almacenes, metiéndose entre montañas de mercancías.
La ráfaga de ambición que pasa por la mente de todo español con más o menos frecuencia haciéndole decir si yo fuera poder, le soplaba a Rubín dos o tres veces cada día, más bien como sueño que como esperanza; pero en sus horas de soledad se adormecía con aquella idea y la trabajaba, batiéndola, como se bate la clara de huevo para que crezca y se abulte y forme espumarajos.
La mayoría de las mujeres vestían sus más elegantes toilettes con pieles, porque soplaba un viento frío venido del Arno; la esencia de las flores vagaba en el ambiente, y las risas e incesante charla resonaban por todos lados, porque la antigua ciudad de rojas azoteas estaba llena de alegría.
En la madrugada habíamos salido de Orán, y a mediodía, estando a la altura de Cartagena, vimos en el horizonte una nubecilla negra, y al poco rato un vapor que todos conocimos. Mejor hubiéramos visto asomar una tormenta. Era el cañonero de Alicante. Soplaba buen viento. Íbamos en popa, con toda la gran vela de frente y el foque tendido.
Dijo algo; pero la fuerza no le entendió. Comenzaron a caminar hacia casa, que ya no estaba lejos. Mas antes de llegar a ella, don Roque, que soplaba y bufaba como una ballena, e imitaba en lo posible la marcha jadeante y arremolinada de este cetáceo, se paró de repente, y pronunció en alta voz un largo discurso, del cual no entendió Marcones más que la palabra ladrones, repetida bastantes veces.
Y luego, como viese que no se marchaba, añadió: Puedes pasar a la cocina. Dorotea te dará alguna chuchería. Prosiguen las tonterías Al día siguiente, Pablo y su guía salieron de la casa a la misma hora del anterior; mas como estaba encapotado el cielo y soplaba un airecillo molesto que amenazaba convertirse en vendaval, decidieron que su paseo no fuera largo.
La silueta angulosa del vate se destacó en el hueco de la ventana, y pudo verse claramente que se llevó repetidas veces la mano al sitio del corazón, con lo cual el entusiasmo de la muchedumbre se convirtió en verdadero delirio. Un viento de regocijo, de pura y fervorosa alegría soplaba por el vecindario de la noble villa.
Clareaba el horizonte y soplaba un viento húmedo y caliente, propio de primavera y de tiempo achubascado. El carruaje rodaba por la carretera, haciendo saltar nubes de lodo. Era una carretela vieja que en otro tiempo debió de pertenecer a un particular. Obdulia se colocó en la trasera y el P. Gil en la delantera, lo más lejos posible. Siguió mostrándose serio y taciturno, más aún que antes.
Palabra del Dia
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