United States or Albania ? Vote for the TOP Country of the Week !


Qué causas ni qué.... Baje usted la cabeza.... Así.... Aunque estamos solos no quiero gritar mucho.... Agarrado don Eugenio al montecristo de su compañero, le explicó desde cerca algo que las alas del nordeste se llevaron aprisa, con estridente y burlón silbido. ¡Caramelos! rugió el arcipreste, sin que se le ocurriese una sola palabra más.

Don Juan Príncipe se dirigía a través de los arrabales del pueblo hacia el hotel, mientras el tren de la tarde lanzaba en un silbido su habitual e indignada protesta al tener que pararse en Génova.

Gracias, Salomón, gracias dijo el señor Lammeter, cuando el violín se detuvo de nuevo ; tocáis en «las colinas, de lejos, muy lejos». Mi padre me decía siempre que oíamos esa música: «¡Ah, hijo mío, yo también vengo de allende las colinas, de lejos, muy lejosHay muchos aires que no tienen para pies ni cabeza; pero ése me habla como el silbido del mirlo.

Una tarde de luz fría y débil, melancólica y opaca, en que al gotear continuo y múltiple de la lluvia se unía de tiempo en tiempo el silbido seco y sonoro del viento del Norte. Nada, pues, tenía de extraño el estado en que se encontraban la gorra, la capa y los zapatos de Francisco Martínez Montiño.

El doctor cedió de buen grado; entonces acercaron suavemente sus sillas al círculo luminoso de la lámpara, y ya no se oyó más que el silbido del viento de invierno que agitaba las peladas copas de los tilos y la voz monótona y velada del lector acompañada por el coro de invitados al velorio, que por momentos se elevaba hasta un sordo estruendo para extinguirse en seguida en un murmullo.

Marcial imitaba con los gestos de su brazo y medio la marcha de las escuadras, la explosión de las andanadas; con su cabeza, el balance de los barcos combatientes; con su cuerpo, la caída de costado del buque que se va a pique; con su mano, el subir y bajar de las banderas de señal; con un ligero silbido, el mando del contramaestre; con los porrazos de su pie de palo contra el suelo, el estruendo del cañón; con su lengua estropajosa, los juramentos y singulares voces del combate; y como mi amo le secundase en esta tarea con la mayor gravedad, quise yo también echar mi cuarto a espadas, alentado por el ejemplo, y dando natural desahogo a esa necesidad devoradora de meter ruido que domina el temperamento de los chicos con absoluto imperio.

Podía desangrarme; son habas contadas. No, hija mía, no. Parirás sin dolor, y tendrás un robusto infante. Emma se puso muy encarnada. Minghetti, como distraído, le soltó el brazo, y siguió subiendo, delante, sin más cortesía, con las manos en los bolsillos del pantalón, silbando una cavatina con un silbido de culebra, que era una de sus habilidades.

De pronto, un silbido en el puente, un estrépito en la proa de cabrestantes sueltos y cadenas escurriéndose. El buque quedó inmóvil; acababa de anclar, en espera de que se aclarase la atmósfera. Y entonces, por una de esas inconsecuencias propias de las muchedumbres, se reprodujo la protesta en los mismos que se habían quejado al ver el buque en marcha. ¡Estos alemanes cachazudos y prudentes!

Al llegar casi al puerto de Barcelona sentí prolongarse en los aires un silbido agudo que me llenó de placer. Era el aliento de una locomotiva, en uno de los ferrocarriles catalanes. La tierra enviaba como el mar su grito civilizador, saludando la locomotiva de la estacion á la que llegaba dominando las ondas.

Quiso ponerlas cuarteando también, pero se pasó una vez porque el toro no arrancó. Volvió a cuartear y volvió a pasarse por la misma razón. De nuevo se fue hacia el toro, y otra vez se pasó. Entonces hubo cierto movimiento de impaciencia en el público; se oyó un silbido; esta fue la perdición del pobre mozo.