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Actualizado: 13 de julio de 2025


Lo que sucede es que, estando a los pies del confesor, se acusan de lo que primero les ocurre, sin examinar si lo han cometido o no; de lo que resulta que, si el confesor se detiene en examinarlos, les encuentra en mil inconsecuencias imposibles de desatar, lo que atribuyen a malicia, y no lo es, siendo sólo la causa de ello su mucha ignorancia y la ninguna disposición con que llegan.

Cuando en esto pienso me doy a cavilar y a recelar que tal vez, al principio, no hubo en perfidia, sino que me movió otra pasión, cuando no peor, más peligrosa. ¿Me movió tal vez amor frenético y desesperado? ¿Fue repentino y súbito el cambio en odio de este amor, cuando le vi triunfante? El corazón de la mujer es un abismo de malvadas inconsecuencias.

Recordó todas sus pasadas inconsecuencias, la perversidad con que le había retenido, en los primeros tiempos, la inexplicable ternura de las cartas que le escribía para luego mostrarse ante él fría, implacablemente fría; recordó también la escena con Castilla y la extraña presencia de Julio en casa de Charito.

Por el contrario, La reina Juana de Nápoles, es una producción desdichada, porque, exponiendo pasiones vulgares en sus arrebatos más vehementes, sólo engendra inconsecuencias, y, á pesar de su sangrienta catástrofe, anula por entero el efecto trágico que se propone. Desearíamos que Lope no fuese el autor de esta tragedia, cuya autenticidad, por desgracia, es irrecusable.

La evito y le muestro una gran frialdad; y ella lo conoce y sabe que no me engaña y que la juzgo como merece. Por eso su estupor al saber mi matrimonio, su palidez y el visible temblor de sus labios me extrañaron, pero me dejaron frío. Hasta afecté mirarla con indiferencia agresiva que decía claramente: «Si creías endosarme algún día tus inconsecuencias, te engañabas, bonita niña.

El culpable y el responsable de lo que aquí pasa, es usted y sólo usted; sus locas jugadas de Bolsa, sus francachelas, sus inconsecuencias, es la casa quien lo ha pagado y si la casa ha perdido su crédito, se lo debe a usted y sólo a usted.

De pronto, un silbido en el puente, un estrépito en la proa de cabrestantes sueltos y cadenas escurriéndose. El buque quedó inmóvil; acababa de anclar, en espera de que se aclarase la atmósfera. Y entonces, por una de esas inconsecuencias propias de las muchedumbres, se reprodujo la protesta en los mismos que se habían quejado al ver el buque en marcha. ¡Estos alemanes cachazudos y prudentes!

Le recordaba todas las inconsecuencias, todo el engaño con que ella había logrado hasta entonces hacerle llevar "la cadena de un amor sólo correspondido con ya insufribles perversidades". Había resuelto, esta vez definitivamente, y en ello empeñaba su palabra, romper el compromiso si no se avenía ella a cambiar de actitud.

Pero cultivaba su amistad comprendiendo que en todo momento podría confiar en los buenos oficios de su discreción y de su bondad. Ahora la divertía el tono afectado con que le reprochaba sus inconsecuencias con Muñoz. ¿Me prometes insistía ser leal, quererle de verdad, prodigar en este amor tu corazón? Te prometo respondió Adriana imitando su énfasis no traicionarle jamás, prodigarle mi corazón.

Palabra del Dia

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