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Actualizado: 18 de junio de 2025
Iban delante cuatro hombres explorando el camino y separando la nieve, y otros cuatro conducían el féretro. Yo seguía solo a mi madre, por las huellas que mis conductores dejaban sobre la nieve que en algunos puntos nos llegaba hasta la rodilla. Sólo el silbido producido por el viento norte se dejaba oír en aquellas soledades.
Esto llegó al corazón del indiano, que expresó su contento con un silbido especial, dándose al mismo tiempo fuertes palmadas en las rodillas. Voy a llamarla para darle la noticia... No andará muy lejos la muy pícara... De seguro que ya sabe lo que estamos hablando... ¡Las coge al vuelo!
El cazador, incorporándose, dio varias palmadas en uno de sus muslos. Inmediatamente sonaron iguales golpes al otro lado de la espesura, como reproducidos por el eco. Después se llevó a la boca el dorso de una mano, y un silbido tenue, de pájaro, rasgó el silencio. Otro pájaro invisible le contestó. Adelante: son amigos dijo el Mosco.
Y cuando todo queda preparado, se sienta y se absorbe en sus meditaciones. De vez en cuando murmura, como para reanimar su valor que se extingue: ¡Volverá! Afuera, la lluvia golpetea las ventanas, el viento de otoño silba sobre la taberna; y cada gota de lluvia, cada silbido anuncia: ¡Volverá! ¡volverá!
Y cuando con más entusiasmo forjábase la ilusión de la tranquilidad patriarcal, un silbido estridente rasgó los aires, como si Mefistófeles, desde las nubes, contestase con su carcajada chillona a los hermosos planes de virtud doméstica.
Y de nuevo en marcha, perdiéndose en el primer recodo del río, haciéndome oír, como una carcajada su antipático silbido. Nos miramos a las caras: nunca he visto la desesperación más profundamente marcada en rostros humanos... ¿A qué insistir en la agonía de aquellos días como no he pasado, como no volveré a pasar jamás semejantes en la vida?
Por mi parte, la muerte que prefiero es la que se recibe en el campo de batalla, cerca de la gran bandera roja con su león rampante, entre las voces de los combatientes, el chocar de las armas y el silbido de las flechas.
En cambio los gritos del cura se oían claramente desde el pasillo. «Miren por dónde sale ahora este... pensó doña Lupe volviendo la cara con desdén . ¡Qué tendrán que ver Santo Tomás ni el padre Suárez con...!». Al fin dejó de oírse la voz cavernosa del sacerdote, y en cambio se percibió un silbido rítmico, al que siguieron pronto mugidos como los del aire filtrándose por los huecos de un torreón en ruinas.
Los aviadores que le aprisionaron durante su sueño al desembarcar en el país tampoco se habrían atrevido á pasar ahora cerca de su cabeza, como lo hicieron entonces. Había que temer un golpe de aquel árbol que le servía de bastón. Gillespie oyó un silbido, viendo al mismo tiempo ondular en el espacio un serpenteo luminoso semejante á un relámpago blanco.
Solitaria, cortada por varias carreteras y un ferrocarril, llena de ricos aromas, la floresta nos encantaba con su silencio profundo, interrumpido solo á veces por algun lejano silbido de locomotiva, y sus hermosos y oscuros pabellones, reposando sobre altas columnatas de abetos y pinos, parecian anticipar la noche con sus poéticas sombras.
Palabra del Dia
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