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Actualizado: 5 de octubre de 2025
La mesa de la votación con sus cuartillas, sus trece tinteros, convenientemente separados, y las sillas que rodeaban aquella, más bien la semejaban á la de confección de un periódico que á otra cosa, por más que esa cosa sea tan grave y trascendental para el pueblo, como el nombramiento de su municipio.
Yo tengo otro: para la esposa que olvida sus deberes, el desprecio y el olvido; y para el pedazo de nuestras entrañas que huye, el amor, el apoyo, la dulzura, hasta lograr que vuelva a nosotros... Esteban, estamos separados por nuestras creencias; un montón de siglos se alza entre nosotros; pero eres mi hermano, me quieres y te quiero, sabes que sólo deseo tu bien, que llevo como tú ese apellido de familia que en tanto estimas, que amé a nuestros pobres padres como tú pudiste amarlos, y en nombre de todo esto te digo que esta situación debe acabar, que no debes vivir insensible y petrificado en lo que llamas tu dignidad, sin que te turbe el recuerdo de una hija tuya que rueda por el mundo como un guiñapo.
Por entonces creyeron cumplidos los sagrados deberes del patriotismo y de los intereses á ellos encomendados con sólo mirar el asunto bajo el punto de vista de la posesión de mayor ó menor extensión territorial, resultando de esto, que jamás se fijasen las altas esferas gubernamentales en aquellos pueblos que, aunque separados de la patria por inmensa extensión marítima, tienen grandes aspiraciones para el porvenir y ansían con anhelo ciertos derechos, sin tener en cuenta, que es imposible de todo punto, no sólo por las exigencias de los tiempos, sino por su situación geográfica que les coloca al habla con otros países profundamente penetrados de la civilización, consolidar nuestra preponderancia por medio del absolutismo, que aunque les dá libertad aparente, niega las palpitaciones de un pueblo vigoroso, dando por salvajes á hombres que, pese á quien pese, vienen demostrando que tanto en el comercio y la industria, como en las ciencias y las artes, tienen puesto oído atento á la voz del siglo, recogiendo por momentos los últimos latidos del progreso intelectual de nuestra época.
Entonces Luz se ofreció a su deseo como creación maravillosa en que él había puesto hueso de sus huesos y sangre de su sangre, hasta convertirla en el compendio de las dichas humanas. ¿Por qué no había de pertenecerle? ¿Habrían de vivir eternamente juntos y separados a la vez, como la cortesana y el esclavo? ¿Qué ley cruel lo disponía? ¿Quién la escribió?
Hace tiempo que algo me oprime el corazón... Separados por una enojosa desinteligencia, una pena que no nos atrevíamos a confesar, nos hacía sufrir a los dos; ahora vengo a romper el hielo... El hombre es débil, no os enojéis... yo no tengo la culpa, Marta, de que vos seáis hermosa... y que yo no sea insensible... El intendente había creído que no le costaría el menor esfuerzo hacer su pedido.
Le pregunté repetidas veces si podía hablar con ella, y siempre me contestó que era de todo punto imposible: si la mamá llegaba á saber algo ¡adiós balcón! No podía pensar en aquella niña sin sentir profunda melancolía, como si personificase mi juventud, mis ensueños de oro, todas mis ilusiones, que para siempre estaban separados de mí por barrera infranqueable.
7.º Que en cada ciudad, villa ó lugar en que hubiere judíos, les sean destinados para su morada barrios separados de los cristianos. 8.º Que todos los judíos i judías lleven en sus vestidos cierta divisa de color encarnado i amarillo del tamaño i figura que en la bula van señalados: los hombres en el vestido esterior sobre el pecho; las mujeres en las frentes .
Está la casa llena dijo . No hay sitio para tres personas, sólo una podría quedarse. ¿Y las caballerías? preguntó Bautista. Creo que hay sitio en la cuadra. Fué la muchacha a verlo y Martín dijo a Bautista. Puesto que hay sitio para una persona, tú te puedes quedar aquí. Vale más que estemos separados y que hagamos como si no nos conociéramos. Sí, es verdad contestó Bautista.
¿Tiene V. prisa, verdad, caballero? responde el dependiente con cierta sonrisilla irrespetuosa. El sabio escribe en silencio sobre la papeleta el nombre de una obra famosa, aunque reciente, y entra en el salón principal de la biblioteca. En cada extremo de él hay un grupo de señores convenientemente separados de los que leen arrimados a las mesas.
Una vez separados, sus miembros libres producen otros pequeñuelos asimismo libres, que á su turno engendrarán repúblicas danzantes, las cuales renovarán en el mar aquella bacanal de fuego. Grandes masas más pacíficas pasean sobre las ondas innumerables luces.
Palabra del Dia
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