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Actualizado: 9 de julio de 2025
Sospechando que preferiría estar solo, despidiose de él a poco de haber llegado, y se fue sin poder averiguar qué nueva mosca había picado al buen señor de Bermúdez para ponerle tan rencoroso como estaba contra los dos Pérez de la botica, aunque presumiendo que todo sería obra de alguna «franqueza» de Nieves, por el estilo de las de marras.
El sobrino, adivinando lo que pensaba, repitió la eterna excusa: «¡Qué hacer!... Es la guerra.» Pero con Moltkecito no tenía por qué guardar los miramientos del miedo. Esto no es guerra dijo con acento rencoroso . Es una expedición de bandidos... Tus camaradas son unos ladrones. El capitán von Hartrott creció de pronto con violento estirón.
En él sabe que vive quien creía muerto, y surge en su pecho una lucha terrible entre los deberes que lo ligan á Mendo y su amor á Elvira; éste lo detiene algún tiempo antes de resolverse á inquietar á Payo. Entre tanto el rencoroso Grande, para vengarse del Rey, pide auxilio á los moros para atacar á León.
La Regenta no tomaba con gran calor aquellas diversiones, pero las prefería a su estéril soledad, en que buscando ideas piadosas encontraba tristezas, un hastío hondo y el rencoroso espíritu de protesta de la carne pisoteada, que bramaba en cuanto podía. «Era mejor vivir como todos, dejarse ir, ocupar el ánimo con los pasatiempos vulgares, sosos, pero que, al fin, llenan las horas...».
Yo sólo sé que él es rencoroso y fuerte, que sabe disimular sus propósitos y que amaba en extremo a su niño, como él llamaba al señorito Arturo. El brío del tal negro es para aterrar a cualquiera. Todos los otros negros le reconocen como el más diestro y pujante en la carnerada.
De pronto también las copas de los árboles volvieron a su posición recta; el polvo quedó en suspensión descendiendo, lentamente, sobre el suelo; las haciendas levantaron la cabeza como investigando la causa de aquel cambio; los caballos relincharon un rezongo; el sol brilló de nuevo en todo su esplendor, rencoroso y candente: la tormenta había pasado en su colosal ruta parabólica, rumbo al poniente, donde pareció detenerse, como a esperar al sol.
¡Conque la hija del juez, y la del indianete, y la del alcalde exclamó Simón en seguida, con rencoroso acento son las que más te han injuriado, porque tenían a menos jugar contigo!... ¡Las hijas de esos personajes que me adulan y me soban cuando necesitan un par de duros para comer aquel día, o media docena de onzas para apuntarlas a una carta, o pagar una trampa que podría ponerlos en vergüenza..., si alguna les queda!... ¡Pero yo les juro que, por poca que ella sea, he de sacársela a la cara..., y a algunos más también!
Sé hasta rencoroso contigo por tus culpas, débil hasta la exageración con las del prójimo; que el hombre debe ser tan avaro de virtudes como pródigo de perdones. Si la persecución te maltrata o la ironía te hostiga, recibe a la primera con mansedumbre y a la segunda con piedad; pues si la maldad debe hallarnos pacientes, el sarcasmo ha de inspirarnos lástima.
La servidumbre se vengaba con placer de los minuciosos cuidados que antes se veía obligada a prodigarle, de aquellas ásperas reprensiones que recibían por su causa. En particular Concha, la microscópica doncella, experimentaba una alegría indecible, propia de su carácter maligno y rencoroso, cada vez que la señora mostraba de algún modo su desdén por la niña recogida.
Al día siguiente del lastimoso lance ocurrido cerca de Cuatro Caminos, no estaba Maxi más excitado y rencoroso que aquella noche lo estuvo. En el tiempo transcurrido desde la noche aciaga de Noviembre, no había visto a su ofensor sino muy contadas veces, y siempre de lejos; nunca le había tenido así, tan a tiro... «¡Ay!, ¿por qué no traigo un revólver?... Ahora mismo le dejaba seco.
Palabra del Dia
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