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Bruscamente llevó la mano a la mesa de noche, encendió la bujía y saltó de la cama: acercose al espejo y se contempló largamente, repasando con el dedo todos los rincones del rostro para cerciorarse de que no existían las temidas arrugas. Un gemido que sonó detrás le hizo volver la cabeza. Levantó la bujía y clavó una mirada recelosa en su hija, tendida en el suelo y tiritando. La niña no dormía.

Muy poética y elevada idea daban las palabras de la muchacha del caballero su enemigo; pero doña Inés supuso que la elevación y la poesía eran obra de la imaginación de la muchacha, y despojando el concepto de las mencionadas cualidades, pensó reconocer en él, sin la menor duda, a su marido, don Alvaro, de cuyas pretensiones estaba ya informada por Serafina y de cuyos atrevimientos andaba recelosa.

No tal; yo no tengo más que un padrino manifestó la chica, cada vez más recelosa. Y se alejó del grupo. Fue donde estaba Amalia; se le puso delante cruzando sus bracitos sobre el pecho y dijo haciendo una reverencia: Madrina, la bendición. La dama le entregó su mano, que la niña besó con respetuoso cariño. Luego, cogiéndola en sus brazos, la besó en la frente. Que descanses, hija mía.

No es mal nombre si usted se lo quiere dar dijo el pobre chico, exaltándose más a cada palabra . De pan, que significa todo... y akos que es lo mismo que decir remedio. Que lo sana y purifica todo, vamos... ¡Gracias a Dios que haces algo de provecho! declaró doña Lupe, recelosa, observando las miradas de Maxi, cuyo resplandor de júbilo era enteramente febril.

El Clavel le echaba una mirada recelosa y daba la vuelta con soberano desprecio. Toma, Clavel, toma este pañuelo, llévaselo a tu ama. Algunas veces lo cogía por compromiso y lo dejaba a la mitad del camino. Otras ladraba tres o cuatro veces para indicar que no eran de su gusto aquellos insulsos experimentos.

Acudí con todo el poder de mi memoria y de mi discurso al recuerdo de lo pactado con mi tío y a lo resuelto desde Madrid; requerí de nuevo el alto cuello de mi abrigo, porque la tarde avanzaba y el cierzo iba haciéndose por momentos más frío y más gemebundo, y arrimé dos espolazos a la bestia, precisamente en el instante en que ella daba una huida hacia la derecha, enderezando las orejitas y mirando recelosa hacia la izquierda: lo mismo exactamente que hacía el caballejo de Chisco; el cual espolique, notándolo y mirando en la misma dirección que los caballos, me decía con cierto matiz de alarma en el acento: ¡Pique, pique, y tierra atrás!

Que se sopló mucho, echando fuera toda la caja del pecho, y dijo loor a esto, loor a lo otro. ¿Se casa con Micaelita? Dios los cría y ellos se juntan. ¿Y te retiras ya? Si, porque yo he dicho a D. Felicísimo que estoy enfermo. ¿A dónde vas? Allá replicó Tablas manifestando en la mirada recelosa que a Salvador dirigió, que no debía hablar con más claridad.

Por lo mismo, y para salir de tanta incertidumbre, puso en obra al punto el pensamiento que le sugirió su recelosa sospecha. María dijo dirigiéndose a la hermosa prima , hoy es el día de tu natalicio, y ésta la hora de media noche, hora en que tantos prodigios suelen verificarse.

Huyendo de la recelosa curiosidad que despertaba su presencia en el templo, salió al claustro. Allí estaba mejor, completamente aislado. Los pordioseros charlaban sentados en los escalones de la puerta del Mollete. Pasaban por entre ellos los curas, embozados en el manteo, entrando apresuradamente en la catedral por la puerta de la Presentación.

¡La reina! murmuró profundamente el padre Aliaga, lanzando una mirada recelosa á la cortina, tras la cual se ocultaba el bufón. ¡La reina! dijo con extrañeza el tío Manolillo, detrás de aquella cortina.