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Por demás lo sabe usted, fiscal: porque no sirvo yo para esas cosas... vamos, que me pego a la pared lo mismo que un animalejo. Pamemas. Diga usted que le gusta lo cómodo, y acabemos... Que es la pura verdad, hombre: que soy así. Para lo que le conviene. ¡Lo mismo que Dios está en los cielos!

Lisonjeó mucho a la Tribuna el ver que se habían con ella lo mismo que con las señoritas, y auguró bien del rendido galán. Mas tan luego como la noche cauta señoreó absolutamente el escenario, Baltasar creyó poder apoderarse a hurto de una mano morena, hoyosa y suave al tacto como la seda. Amparo pegó un respingo. Estese usted quieto.... Y va de dos veces que se lo digo, caramba.

Lino enfermó de rabia, y en cuanto se le presentó ocasión, que fue al cabo de dos meses, viniendo de una romería, le pegó una puñalada a su primo... ¡Pero, anda, que buenos cuartos le costó la tal puñaladita! No lo hizo con diez mil reales.

, lo que es el tiro me lo pego; vaya si me lo pego... Lo malo es que no tengo revólver... Se me está figurando que al fin y al cabo no me pegaré tiro ninguno. Es uno así, tan dejado, que no se arranca... Ya voy viendo yo que una cosa es decir uno de buena fe que se mata, y otra cosa es hacerlo... Pero en fin, yo sigo en mis trece, y al fin, me lo tendré que pegar, no habrá más remedio». vi

14 Heme escurrido como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, desliéndose en medio de mis entrañas. 15 Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar; y me has puesto en el polvo de la muerte. 17 Contar puedo todos mis huesos; ellos miran, me consideran. 18 Partieron entre mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.

La cólera me arrebata al fin, y digo: ¡Habla, o te pego como a un perro! ¡Pega! me dice; lo tengo bien merecido... Merecido o no, vas a responderme. Y entonces, en medio de las lágrimas, de los remordimientos, de las súplicas de ambos, oigo toda la bonita historia.

Contando con lo que piensa detenerse en Londres y en París, calcula que podrá estar en Villavieja, digo en Peleches, a últimos del mes que viene, de agosto... Nada, canástoles: mañana, como quien dice... Toma la carta: puedes enterarte de ella si quieres... ¿Para qué? dijo Nieves inalterable y serena. «¡Para qué!...» ¡Otra te pego!... ¿Para qué se entera uno de las cartas que lee?

Este prosiguió así: Yo tengo un primo a quien llaman Primitivo Cordero, el cual si en el tratado de la honradez no tiene pero, en el de la tontería tiene manzanas, quiero decir que es un politicastro de estos que con cuatro palabras pescadas en un mal libro, media idea que se les pegó de cualquiera de nuestros grandes hombres, porción no pequeña de envidia y algunos granos de patriotismo mal entendido, se entretienen en fabricar castillos de viento, fundando instituciones, dictando leyes, mudando personas.

Mientras Casiana hablaba en voz baja con Demetria, la Burlada pegó la hebra con Crescencia en el rincón próximo a la puerta del patio. ¡Qué le estará diciendo a la Demetria! A saber... Cosas de ellas. Me ha golido a bonos por el funeral de presencia que tenemos mañana.

Yo tengo mucho quinqué, y adivino las cosas. No serás ministro, no. Dime en seguida que no lo serás, o te pego. Se incorporaba sobre las rodillas de Isidro, y fingiendo furor, abofeteábale con su blanca manecita. Después, pareciéndole poco este castigo, metía sus dedos en la crespa cabellera del joven, tirando sin compasión de los mechones.