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Actualizado: 13 de mayo de 2025


En las limosnas colectivas y en los repartos de bonos, llevaban preferencia las antiguas; y cuando algún parroquiano daba una cantidad cualquiera para que fuese distribuida entre todos, la antigüedad reclamaba el derecho a la repartición, apropiándose la cifra mayor, si la cantidad no era fácilmente divisible en partes iguales.

Como su padre, que el día que no le engaña uno le engañan dos». Guillermina, después de sacar varios bonos, como billetes de teatro, y dar a la infeliz familia los que necesitaba para proveerse de garbanzos, pan y carne por media semana, dijo que se marchaba. Pero Jacinta no se conformó con salir tan pronto.

«Leví, archisinagogo, et Samuel, et Josef, homes bonos de el Aljama de Toledo, á Eleazar, muid gran Sacerdote, é á Samuel Canut y Anás, y Caiphás, homes bonos del Aljama de la tierra Santa, salud en el Dios de Israel.

Además de la administración de Reynoso y Escudero tenía alguna otra y se ocupaba en negocios como agente privado. Menos a la Bolsa, a todas partes se hacía acompañar por su esposa que estaba ya enterada de bonos, pagarés, cheques, talones y resguardos como un consumado zurupeto.

Mientras Casiana hablaba en voz baja con Demetria, la Burlada pegó la hebra con Crescencia en el rincón próximo a la puerta del patio. ¡Qué le estará diciendo a la Demetria! A saber... Cosas de ellas. Me ha golido a bonos por el funeral de presencia que tenemos mañana.

Todo se paga con bonos, o se arreglan cuentas en el despacho del mayordomo al final del viaje. ¡Y este tiempo de primavera! ¡Y este buque que es una isla!... Nunca me he visto en otra: ni en Madrid, cuando me convidaban a comer los políticos de segunda clase para que escribiese bien de ellos; ni en París, cuando hacía traducciones españolas para las casas editoriales y engañaba el hambre en los bodegones del Barrio Latino... ¡Y pensar que doña Margarita mi patrona, con un cariño que data de ocho años, rezará por el pobre don Isidro que va navegando por los mares! ¡Y pensar que a estas horas, en nuestro café de la Puerta del Sol, se preguntarán aquellos chicos melenudos que lo saben todo y no han visto el mundo por un agujero: «¿Qué será del sinvergüenza de Maltrana?». Y el más gracioso contestará seguramente: «Debe estar en la panza de un tiburón...». ¡Pobrecitos!

En la actualidad la señora de Alzaola es individua de varias juntas de beneficencia, hace con frecuencia donativos de consideración que anuncían los periódicos, y suele mandar que paguen a su lavandera con bonos de los que el Ayuntamiento distribuye a los pobres. Otra de las invitadas era Pura Menguado, una casi niña, de diez y nueve años, sobrina de la condesa de Busdonguillo.

Tenía las llaves de la farmacia, de los depósitos de ropas, de leña gruesa, de sarmientos; los bonos de pan firmados por el alcalde iban escritos de mano de ella; si añadía de lo suyo a la liberalidad comunal, nadie se enteraba, y los pobres recibían el beneficio sin saber nunca la mano que se lo daba.

Necesitamos desempeñar lo preciso; tomar una habitacioncita más abrigada, la del tercero, que está con papeles; encender lumbre, comprar medicinas, poner siquiera un buen cocido todos los días.... Un señor de la beneficencia domiciliaria me trajo ayer dos bonos, y me mandó ir allá, a donde está la oficina; pero tengo vergüenza de presentarme con esta facha.... Los que hemos nacido en cierta posición, Sr.

Porque la señora doña Guillermina, que es tan buena, nos socorrió con bonos de carne y pan, y a Nicanora le dio una manta, que nos viene como bendición de Dios, porque en la cama nos abrigábamos con toda mi ropa y la suya puesta sobre las sábanas... Descuide usted, Sr. del Sagrario; yo le procuraré alguna prenda en buen uso. Tiene usted la misma estatura de mi marido.

Palabra del Dia

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