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Actualizado: 14 de julio de 2025
Chiquilla bonita exclamó este, estrechándola de un modo delirante contra su pecho ¡te quiero con toda mi alma! La Nela no dijo nada. En su corazón lleno de casta ternura, se desbordaban los sentimientos más hermosos. El joven, palpitante y conturbado, la abrazó más fuerte diciéndole al oído: Te quiero más que a mi vida. Ángel de Dios, quiéreme o me muero.
María, comprendiendo que su madre se moría, repuso: Mamá, lo que más importa es la salud del alma... Si Dios quiere llevarte, que te sorprenda en su santa gracia... ¿Pero... me muero..., hija mía? Dios solamente puede decirlo... ¿Quieres que entre el señor cura para reconciliarte? Sí..., que entre..., hija mía..., que entre... El cura entró y estuvo unos instantes a solas con la enferma.
Muero sin pesar y no tengo miedo. Hace tanto tiempo que no duermo bien, que necesito reposo. Olga Bremer.» El anciano experimentaba un sentimiento de angustia absoluta. Se bamboleaba, apretaba los puños y se golpeaba la frente; en seguida volvió a caer sobre una silla. Es una locura, una completa locura gimió enjugándose las gotas de sudor que cubrían su frente.
Si muero, estoy seguro de que ejecutará escrupulosamente mis voluntades, ya para publicar lo que le parezca digno de ello, ya para quemar lo que no deba ser leído. Al decir esto miraba a Luciana, que le había preguntado; pero ella parecía pensar en otra cosa y seguía indiferente y pensativa. Mi padre dijo, aprobando a Lautrec: Máximo es la lealtad misma, y además, discreto como una tumba.
Abrióse ésta al momento, y la dolorida voz de la duquesa exclamó: Salvadme, caballero, salvadme; abrid el postigo; entrad; yo muero. El duque entró, y encontró á doña Juana desmayada. Entonces hizo salir la litera de la casa de enfrente, sacó á doña Juana en sus brazos, la metió en la litera, cerró el postigo, y partió hacia Navalcarnero.
No sé qué contestaros; no sé qué deciros... Yo sí, yo sé lo que os tengo que decir... ¡os amo! ¡os amo! más que ayer, más á cada momento; ¡os amo! ¡muero por vos! ¡pero idos! volved tranquilo á vuestra casa... yo os avisaré... y nos veremos. Don Juan hizo un esfuerzo y salió.
ABIND. Si hay algún dios piadoso Para con los amantes, y si alguno Deste mal amoroso Probó el rigor, tan fiero y importuno, Pues no hay amor ninguno Que pueda ser tan fiero, O me remedie o mate; Que por mi hermana muero Y en tan dulce imposible desespero: Tal es quien me combate.
Habiendo perdido de esta manera dinero, muger y casa, me retiré al pais donde me veis, procurando ganar mi vida con la pesca. Los peces hacen burla de mí lo mismo que los hombres: no saco ningunos, y me muero de hambre; y sin vos, consolador augusto, iba á tirarme al rio.
Al abrir los ojos, en vano buscó al objeto de su tierna pasión; reconociendo el sitio, sacudió sus encajes magullados y rotos, y dió al viento sus quejas en esta forma: «Ay, vientecillo, sácame de aquí, por las ánimas benditas; levántame, que me muero de tristeza. Quiero correr otra vez, pues ahora comprendo que la felicidad no existe en lo que yo creía. ¡Buena tonta he sido!
Daré otra vuelta y cerraré los ojos; los apretaré aunque me duelan... ¿Por qué no puedo estar quieta un ratito largo? ¿Qué es esto que salta dentro de mí? ¡Ah!, son los nervios, los pícaros nervios, que cuando el corazón toca, ellos se sacan a bailar unos a otros. ¡Qué suplicio! Me muero de insomnio... Un baile en aquellos salones.
Palabra del Dia
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